Amén

"Amén es una palabra hebrea, cuya raíz significa solidez, certeza; era utilizada en la liturgia como respuesta de fe a la Palabra de Dios. Con el "amén" se reconoce lo que se nos ha dicho como una palabra firme, estable, válida y vinculante. Su traducción exacta, cuando es una respuesta a la Palabra de Dios, es ésta: "Así es y que así sea". Indica fe y obediencia al mismo tiempo; reconoce que lo que dice Dios es verdad y uno se somete. Es decir "sí" a Dios. En este sentido aparece en los labios mismos de Jesús. "Sí, amén, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito..." (cf Mateo 11, 26). Es más, Él es el Amén personificado: "Así habla el Amén..." (Apocalipsis 3, 14) y, a través de él cualquier otro "amén" de fe pronunciado en la tierra ya se eleva a Dios (cf 2 Corintios l, 20). También María, después del Hijo, es el amén a Dios hecho persona. -P. Cantalamessa

AMEN” en el Catecismo. 
1061 El Credo, como el último libro de la Sagrada Escritura (cf Ap 22, 21), se termina con la palabra hebrea Amen. Se encuentra también frecuentemente al final de las oraciones del Nuevo Testamento. Igualmente, la Iglesia termina sus oraciones con un "Amén".

1062 En hebreo, "Amen" pertenece a la misma raíz que la palabra "creer". Esta raíz expresa la solidez, la fiabilidad, la fidelidad. Así se comprende por qué el "Amén" puede expresar tanto la fidelidad de Dios hacia nosotros como nuestra confianza en El.

1063 En el profeta Isaías se encuentra la expresión "Dios de verdad", literalmente "Dios del Amén", es decir, el Dios fiel a sus promesas: "Quien desee ser bendecido en la tierra, deseará serlo en el Dios del Amén" (Is 65, 16). Nuestro Señor emplea con frecuencia el término "Amén" (cf Mt 6, 2.5.16), a veces en forma duplicada (cf Jn 5, 19), para subrayar la fiabilidad de su enseñanza, su Autoridad fundada en la Verdad de Dios.

1064 Así pues, el "Amén" final del Credo recoge y confirma su primera palabra: "Creo". Creer es decir "Amén" a las palabras, a las promesas, a los mandamientos de Dios, es fiarse totalmente de El que es el Amén de amor infinito y de perfecta fidelidad. La vida cristiana de cada día será también el "Amén" al "Creo" de la Profesión de fe de nuestro Bautismo:

Que tu símbolo sea para ti como un espejo. Mírate en él: para ver si crees todo lo que declaras creer. Y regocíjate todos los días en tu fe (San Agustín, serm. 58, 11, 13: PL 38, 399).

1065 Jesucristo mismo es el "Amén" (Ap 3, 14). Es el "Amén" definitivo del amor del Padre hacia nosotros; asume y completa nuestro "Amén" al Padre: "Todas las promesas hechas por Dios han tenido su 'sí' en él; y por eso decimos por él 'Amén' a la gloria de Dios" (2 Co 1, 20):

Por El, con El y en El,
A ti, Dios Padre omnipotente
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria,
por los siglos de los siglos.

AMEN

 




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