No somos dueños sino administradores de los bienes que Dios ha puesto en nuestras manos. Dios desea que esos bienes ayuden también a otros.
Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? -I Juan 3,17
No confundir la limosna con el deber de contribuir al sostén de la Iglesia
La limosna cristiana tiene ciertas cualidades.
-Ser justa, es decir, hecha de los bienes que uno legítimamente puede disponer. Nunca tendrá valor la limosna hecha con bienes de otros. Nuevo Código de Derecho Canónico: «Todos tienen el deber de promover la justicia social, así como ayudar a los pobres con sus propios bienes».
-Ser por amor y no interesada, es decir, al hacer la limosna no buscar satisfacción humana, sino por amor a Dios y al prójimo.
-Ser prudente, es decir, que se debe distribuir entre verdaderos necesitados, y se debe dar a aquellos pobres a los que realmente no les va a hacer más daño que bien.
Mejor es enseñar a pescar que dar pescado. Dar la posibilidad de que no tengan que pedirlo mañana: puestos de trabajo, escuelas, etc.
-Con respeto a la dignidad del pobre. Tratarlos como hermanos en Cristo que son.
-Con prontitud, es decir, se debe dar a tiempo.
-Con alegría, porque Dios quiere al que da alegremente. «la limosna beneficia más al que la da que al que la recibe».
-Ser secreta, no proclamada a los cuatro vientos, buscando la alabanza de los que la ven hacer.
No confundamos los deberes de caridad con los deberes de justicia. Sería un error querer suplir con obras de caridad los deberes de justicia. Primero hay que cumplir con lo que requiere la justicia. Ej. Si debes un dinero no lo puedes disponer para obras de caridad.
Todos están obligados a la caridad, ricos y pobres. Cada uno de según su posibilidad pues Dios mira el corazón. Según el Concilio Vaticano II la limosna debe darse no sólo de los bienes superfluos, sino también de los necesarios.
«Para que el ejercicio de la caridad sea verdaderamente extraordinario y aparezca como tal, es necesario que se vea en el prójimo la imagen de Dios según la cual ha sido creado, y a Cristo Jesús a quien en realidad se ofrece lo que se da al necesitado; se considere con la máxima delicadeza la libertad y dignidad de la persona que recibe el auxilio; que no se manche la pureza de intención con ningún interés de la propia utilidad o por el deseo de dominar; se satisfaga ante todo a las exigencias de la justicia, y no se brinde como ofrenda de caridad lo que ya se debe por título de justicia; se quiten las causas de los males, no sólo los efectos; y se ordene el auxilio de forma que quienes lo reciben se vayan liberando poco a poco de la dependencia externa y se vayan bastando por sí mismos» -Concilio Vaticano II: Apostolicam Actuositatem: Decreto sobre el Apostolado de los Seglares, nº 8.
Lo que da valor a la limosna es el amor, que inspira formas distintas de don, según las posibilidades y las condiciones de cada uno. Papa Benedicto XVI. Mensaje para la Cuaresma 2008.