HOSPITALES CATOLICOS

Jesus sanaba a los enfermos. La Iglesia siempre a tenido una especial predilección por los que sufren. Atender a los enfermos es una obra de misericordia.

El Papa pide a los hospitales católicos reflexionar sobre su identidad.
En el Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo 11-II-2003.    Publicado: 3-II-2003.

Juan Pablo II considera que «es particularmente urgente» el que los hospitales católicos reflexionen sobre su identidad para que se conviertan en «centros de vida y de esperanza».


«Eso exige un movimiento unitario entre los hospitales católicos, que abarque todos los sectores, incluido el económico-organizativo».

«Los hospitales católicos deben ser centros de vida y de esperanza, dónde se promuevan, junto con el servicio de los capellanes, los comités éticos, la formación del personal sanitario laico, la humanización de los cuidados a los enfermos, la atención a sus familias y una particular sensibilidad hacia los pobres y los marginados».

«El trabajo profesional ha de concretizarse en un auténtico testimonio de caridad, teniendo presente que la vida es un don de Dios, del cual el hombre es solamente administrador y garante»

«Esta verdad debe ser defendida constantemente ante el progreso de las ciencias y de las técnicas médicas, que buscan la curación y una mejor calidad de vida para la existencia humana». Para el cristiano el «principio fundamental» se resume en la convicción de «que la vida debe ser protegida y defendida desde su concepción hasta su ocaso natural».

«Por tanto, nunca es lícito matar un ser humano para curar a otro. Y si en la etapa final de la vida son aconsejables tratamientos paliativos, evitando el ensañamiento terapéutico, nunca será lícita acción alguna u omisión que, por su naturaleza y en las intenciones del personal sanitario, vaya dirigida a procurar la muerte».

El papa alentó la promoción de vocaciones a la vida religiosa al servicio de los enfermos, pues «en la atención a los enfermos, más que en otras cosas, se hace creíble el amor y se ofrece un testimonio de esperanza en la resurrección».

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Laudetur Jesus Christus.
Et Maria Mater ejus. Amen