Cross

Las lágrimas narran una sed.
Retiro de cuaresma, Padre Jose Mendoca, Vaticano, feb, 2018

“Nuestra biografía puede ser narrada también a través de las lágrimas: de alegría, de fiesta, de emoción, y también de noche oscura, de sufrimiento, de abandono, de arrepentimiento y de constricción”.

El dolor de aquellas lágrimas  Dios las conoce todas y las acoge como una oración. Tengamos confianza en Él, no las escondamos a Él.

Las mujeres de los Evangelios conceden el derecho de la ciudadanía a las lágrimas, mostrando cuanto sea grande la importancia de este signo.

Porque las lágrimas son también la zona visible, transparente y viva de nuestros deseos; fluyen desde dentro de nuestro cuerpo, pero expresan la más recóndita e intensa interioridad. Ya que en los humanos, recuerda el Predicador, el llanto es siempre una forma de relación.

Las mujeres no están ausentes en los Evangelios es un hecho, pero es necesario que aprendamos a apreciar mejor su presencia, porque en ellas podemos captar un estilo singular de búsqueda de Jesús y de un discipulado genuino.

Servicio escondido

Las mujeres del Evangelio se expresan con gestos: “Se empeñan en el servicio escondido, donde el bien del otro es colocado en primer lugar, más que en las preocupaciones de poseer el liderazgo o de estar siempre un paso adelante”.

Uno de los elementos que une a los varios personajes femeninos en Lucas “son las lágrimas”: La viuda de Nain, la pecadora, las mujeres de Jerusalén… “En la mujer, existe una densidad existencial, un sabor de la cotidianeidad, que perfuma la fe; existe una sensibilidad que envuelve el todo de la vida, incluso cuando esta es minúscula y frágil”.



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