HACIA UNA SOCIEDAD MAS JUSTA Y SOLIDARIA

Este mensaje de los obispos Nicaragüenses, aunque se refiere a su país, nos da luces sobre los  problemas de toda Latinoamérica y como enfrentarlos según la visión de la Iglesia.


Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, hemos abordado en nuestra reciente reunión el conocimiento de nuestra realidad con suma preocupación, como Pastores que compartimos desde dentro de la experiencia de mucha gente, su lucha cotidiana por la vida, la búsqueda de soluciones a sus problemas socio económicos. Es nuestra intención invitar a todos los nicaragüenses con este mensaje a que juntos busquemos los caminos posibles para construir una sociedad más justa y solidaria.

La economía

2.- Constatamos cómo la aplicación de las nuevas medidas fiscales ha afectado nuestra débil economía: los productos de la canasta básica se han encarecido, los servicios de luz, agua, teléfono, han sufrido una alza considerable, afectando enormemente la economía básica del pueblo nicaragüense, originando así más pobreza, desempleo y un éxodo numeroso de miles de campesinos y obreros a países vecinos en busca de un mejor bienestar para sus familias. Dichas medidas ponen en peligro la paz social y la estabilidad del país.

3.- Para que las medidas fiscales sean moralmente aceptables se deben acomodar a nuestra realidad social y a una justa distribución de las riquezas; es decir, tienen que responder a los principios de la equidad y la proporcionalidad; no deben exceder la "justa medida". No objetamos el derecho del Estado de recaudar impuestos para atender al bien común, en tanto que es el encargado de proteger y promover el bien común, pero también tiene la obligación de no imponer más cargas que las necesarias, proporcionadas a los recursos y a la capacidad de quien debe cumplirlas (cfr. Santo Tomas STh II-II, q. 94 a. 4).

4.- En Nicaragua, el principio de proporcionalidad y de equidad no se cumple: la mayor carga de impuestos es dirigida a los productos de consumo básico. Hay que recordar que la mayoría del pueblo nicaragüense tiene un ingreso familiar mínimo, y con tales medidas fiscales se afecta seriamente su subsistencia diaria. Por otra parte, imponer gravosas cargas a la industria, al comercio y al sector productivo no es el mejor incentivo para producir más y mejor, ya que se alejan los ánimos de inversión, se promueve la evasión fiscal y el contrabando.

5.- Este orden económico nos ha hecho sumamente dependientes a las condiciones que impone la Banca Internacional. Sólo se ha tratado de cumplir con sus exigencias, aún cuando éstas afecten a la mayoría de la población. Ante esta deplorable situación, el Magisterio de la Iglesia nos enseña que cuando "los ajustes económicos, aunque pueden ser beneficiosos a largo plazo, al frenar la inflación y estabilizar la economía, suelen producir un grave deterioro del nivel de vida de los más pobres. Por eso, el Estado está obligado en la medida de lo posible, pero sincera y generosamente, a compensar los costos sociales de los más pobres"(Santo Domingo 196).


La situación social

6.- Penosamente la actual situación social cede a la lógica del Maligno (cfr. Evangelium Vitae 8). En efecto, constatamos cómo la violencia crece considerablemente de día en día. El narcotráfico es un mal endémico que avanza vertiginosamente aprovechándose de la miseria de nuestra gente; para nuestra desgracia la droga se ha convertido en el modo de vida de muchas personas. La droga se corre por playas, ríos, caminos, barriadas y suburbios. La seguridad ciudadana es vulnerable ante la proliferación de bandas armadas y pandillas juveniles, que se dedican al robo con asalto, causando violencia y muerte.

7.- No menos violencia causan tanto quienes promueven las campañas antinatalistas, las cuales gozan incluso de financiación internacional, que atentan contra la vida y la institución familiar, como también aquéllos que se lucran realizando o promoviendo abortos, o los que se acaudalan fomentando el consumismo pornográfico. Todo ésto constituye un atropello a la dignidad humana.

8.- Falta una adecuada atención en los hospitales y Centros de Salud. Se percibe en algunos médicos y personal sanitario una actitud deshumanizante y mercantilista, así como una falta de mística y conciencia profesional. La mayoría de nuestros hospitales y Centros de Salud carecen de las medicinas de uso primario. La gente tiene que endeudarse y vender lo poco que tiene cuando se presentan enfermedades graves. La seguridad social no cubre lo suficiente para aliviar las necesidades de los asegurados.

9.- Por otra parte, la educación, en los momentos actuales, tiene graves peligros que enfrentar, como la infiltración de ideologías y teorías hedonistas que promueven una confusa y ambigua educación sexual. La niñez y la juventud se ven amenazados por una oleada de sensualidad y corrupción, que se difunde a veces por sórdidos intereses económicos. Instamos a las autoridades competentes a revisar exhaustivamente los documentos que se están proponiendo como manuales de educación sexual; que éstos no sean desorientadores de valores, ni permisivos de promiscuidad sexual. Hay que recordar que “la verdadera educación se propone la formación de la persona humana en orden a su fin último y al bien de la sociedad, de las que, el hombre es miembro y de cuya responsabilidad deberá tomar parte una vez llegado a su madurez” (Gravissimum Educationis,1)

10.- También nuestra naturaleza sufre las consecuencias del desamparo social. Aunque haya políticas de protección para nuestros recursos naturales, nuestras aguas y suelos gimen de dolor ante tanta insensibilidad: continúa la deforestación, la tala de nuestros bosques, el manejo impropio de los suelos, los insumos agrícolas inadecuados, la contaminación de nuestros ríos, etc. Si destruimos la naturaleza, también estaremos destruyendo nuestro espacio vital y el de las futuras generaciones.
La situación política

11.- Lamentablemente en Nicaragua hacer política se ha convertido para muchos en oficio por ostentar y tener poder. Esta degradación del concepto de poder, ha generado confusión política. Fácilmente los políticos cambian de partido velando más por sus intereses personales que por los intereses de la Nación. Algunos de ellos han frustrado las esperanzas del pueblo, han hecho ofrecimientos en las campañas que no han podido cumplir. Con frecuencia buscan oportunidades para lucrarse, sin tomar debidamente en cuenta el bien común.

12.- Es evidente que el divisionismo político ha hecho mucho daño a nuestro pueblo. Como resultado de estos conflictos partidistas, el pueblo aún no se beneficia con leyes que sean promulgadas y cumplidas en favor del bien común. Nuestra débil democracia se sostiene a cambio de altos costos políticos y económicos. Aún se vive la intranquilidad institucional por las continuas tensiones entre los poderes del Estado, por una parte se refuerza el respeto por la autoridad y por otra se vislumbra un excesivo autoritarismo e injerencismo desluciendo completamente las funciones que les son propias.

13.- Esto hace que aumente la brecha entre ricos y pobres y se socaven los valores morales y cristianos: surgen los sobornos, los pagos por favores públicos, predomina el egoísmo económico y político, el deseo de prevalecer sobre los demás a cualquier costo, aumenta la falta de sensibilidad y solidaridad ante la crisis social que nos agobia.

La situación religiosa

14.- El pueblo nicaragüense es un pueblo de fe, de admirables valores humanos y cristianos, que reza y peregrina a sus templos y santuarios y ama fervientemente a Cristo y a la Santísima Virgen María. Tiene una gran capacidad de sacrificio y de entrega. Lo podemos comprobar en nuestras comunidades, con los Delegados de la Palabra, Catequistas y Laicos Comprometidos, Sacerdotes y Religiosos.

15.- Sin embargo, contemplamos con dolor cómo una parte de nuestros fieles, se han vuelto indiferentes y pasivos ante las circunstancias de orden social, económica y moral; se han alejado de la Doctrina y del Magisterio de la Iglesia y de sus prácticas habituales de su fe. También hay quienes se han dejado influir por doctrinas extrañas que anuncian bienestar y felicidad temporal e incitan al dinero y al placer. Las Sagradas Letras nos recuerdan que quienes se apartan de estos errores, serán cómo un recipiente noble y santificado, que presta utilidad a su dueño para toda clase de obras buenas. (Cfr. 2 Timoteo 2, 21).

16.- Todo esto nos preocupa como Pastores, pues evidencia que hay mucho por hacer en nuestro compromiso por una evangelización que llegue a todos los lugares y personas. Por eso, en este Año Misionero, exhortamos y animamos a nuestros laicos, agentes de pastoral, religiosos y sacerdotes, a no desfallecer para "dar razón de la esperanza" (1Pedro 3,15) explicitado por un anuncio claro e inequívoco del Señor Jesús…No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazareth Hijo de Dios. (Evangelii Nuntiandi, 22).

Conversión y Reconciliación

17.- El conocimiento de esta realidad, es algo que desafía a todos a una profunda conversión personal y eclesial. En efecto, hemos contemplado los rostros del que sufre las consecuencias de los desajustes económicos; los rostros desilusionados por los políticos, que prometen pero no cumplen; los rostros aterrorizados por la violencia diaria e indiscriminada; los rostros de mujeres y niños desamparados; los rostros cansados de los migrantes; los rostros envejecidos por el tiempo y el trabajo de los que no tienen lo mínimo para sobrevivir dignamente (Cfr. CELAM, "Documento de trabajo", 163). El Reino de Dios proclamado por Jesús exige un cambio total de la conducta personal y de la realidad social.

18.- En los comienzos de los relatos de los Evangelios nos encontramos con el llamado a la conversión por parte del Señor Jesús: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; arrepentíos, y creed en el Evangelio" (san Marcos 1,15). Se hace necesario cambios profundos en nuestra sociedad, que sólo se lograrán mediante el cambio de la mentalidad insensible y egoísta reinante. Sólo el esfuerzo de las voluntades orientadas al bien común podrá dar soluciones a los problemas que nos agobian. No se puede poner en peligro la paz social y la estabilidad del país. La paz social exige el ejercicio cotidiano de prácticas de justicia, del acuerdo de voluntades para lograr un orden estable basado en el bien común, la caridad y la justicia.

Llamado a la esperanza

19.- Nicaragua clama a sus políticos superar las contiendas partidarias, las posiciones contradictorias, el ataque injusto al adversario. Que el diálogo sea la base de un entendimiento mutuo en que todos puedan trabajar por el bien y el progreso de la Nación.

20.- Nicaragua clama que quienes posean capital lo inviertan en fuentes de trabajo. Se necesita una legislación que proteja y fomente la inversión del capital nacional y extranjero, para hacer eficaz un nivel de vida estable y digno, mediante la remuneración justa del trabajo.

21.- Nicaragua reclama un auténtico desarrollo basado en legislaciones tributarias justas, equitativas y proporcionadas, donde todos podamos pagar nuestros impuestos basados en un justo equilibrio entre la capacidad y la proporción de las cargas y en orden a una conciencia colectiva del desarrollo nacional.

22.- Nicaragua reclama que se fomente en todos los estratos sociales la educación moral y cívica, que inculque el amor a la Patria y a la familia, a los valores cívicos y cristianos como la honestidad, la transparencia, la solidaridad y la caridad, para que así todos nos sintamos verdaderamente nicaragüenses y encontremos nuestra paz en Cristo.

23.- Que Nuestra Madre la Santísima Virgen María, que es la palabra viva de consuelo para la Iglesia en su lucha contra el pecado y la muerte, nos anime a caminar confiados hacia "un cielo nuevo y tierra nueva" (Apocalipsis 21,1). En estos momentos dirigimos la mirada a aquélla que es para nosotros "señal de esperanza cierta y de consuelo" (Lumen Gentium, 68).

Dado en Managua, en las vísperas de la Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, el día doce de agosto del año del Señor dos mil tres.

+ Mons. JUAN ABELARDO MATA GUEVARA
Obispo de Estelí,
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Nicaragua

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