Nuestra Señora de América
Ciudad Roma, Indiana, USA
1956

Padre Jordi Rivero, 24-XII-07

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La hermana María Ephren (Mildred Neuzil) +2000, comenzó a recibir  apariciones de la Virgen María en el convento de las Hermanas de la Preciosa Sangre, en Ciudad Roma, Indiana, USA, el 26 de septiembre de 1956, bajo el título de "Our Lady of America" (Nuestra Señora de América).

Nuestra Señora le dijo que había venido como respuesta al reconocimiento de Estados Unidos de su privilegio como Inmaculada Concepción, especialmente a través de su Santuario de la Inmaculada Concepción en Washington, D.C.

La Virgen pidió que Estados Unidos se enfoque en la virtud de la pureza. También habló sobre la Santísima Trinidad en la Familia cristiana, con la Sagrada Familia (Jesus, María y José) como modelo.

El 5 de octubre de 1956, Nuestra Señora inspiró a la hermana a escribir una oración a "Nuestra Señora de América".

El 13 de octubre, 1956, la Virgen pidió que una estatua de "Nuestra Señora de América" se entronice en el santuario nacional de la Inmaculada Concepción en Washington, D.C., como un lugar especial de peregrinación y protección especial para este país. Nuestra Señora prometió milagros mayores que en Lourdes y Fátima si sus hijos escuchan sus advertencias y satisfacen sus peticiones. Dijo que esto se lograría por medio de sus hijos leales, los obispos de Estados Unidos.

Aprobación:
La oración pedida por la Virgen y la medalla de Nuestra Señora de América recibió aprobación formal en 1963 con Imprimatur de Monsignor Paul F. Leibold, en aquel tiempo obispo auxiliar y vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati. La hermana María Ephrem tuvo a dicho monseñor como director espiritual muchos años, hasta su muerte en 1972. Durante ese tiempo el obispo autorizó que se imprimieran los mensajes recibidos de la Virgen.

El arzobispo Burke, basándose en la declaración del obispo Leibold, escribió su opinión canónica afirmando que la devoción a Nuestra Señora de las Américas ha sido reconocida debidamente. El arzobispo Burke envió la carta al Arzobispo de Cincinnati y al obispo de  Toledo, en cuya juridicción vivió la hermana María Ephrem su vida religiosa.  La carta dice que el Arzobispo Paul Leibold de Cincinnati conoció esta devoción desde su comienzo, cuando el era sacerdote y eventualmente la aprobó. El arzobispo declaró que el piensa que es una bella devoción particularmente apropiada para nuestro tiempo. Dijo también: "El mensaje de nuestra Señora de la vida de la Trinidad dentro de nosotros y su manifestación en la pureza de los jóvenes es muy necesaria en nuestra cultura hoy"

 

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