Cross

Juan XXIII
Expresó así la razón por convocar el concilio:

• Repita se así ahora en la familia cristiana el espectáculo de los apóstoles reunidos en Jerusalén después de la ascensión de Jesús al cielo, cuando la iglesia naciente se encontró unidad toda en comunión de pensamiento y oración con Pedro y en derredor de Pedro. Pastor de los corderos y de las ovejas. Y dígnese el Espíritu divino escuchar de la manera más consoladora la oración que todos los días sube a Él desde todos los rincones de la tierra: ¡Renueva en nuestro tiempo los prodigios como de un nuevo Pentecostés, Y concede que la Iglesia Santa, reunida en unánime y más intensa oración en torno a María, madre de Jesús, y guiada por Pedro, propague el reino del Salvador divino, que este reino de verdad, de justicia, de amor y de as¡ así sea! —Constitución apostólica, 25 de diciembre de 1961. (El papa pidió que todos recen esta oración y evocó en muchas ocasiones la expectación de un Nuevo Pentecostés, Ej: Discurso de clausura del primer período conciliar, 2 dic, 1962)

• El concilio clausuró el 8 dice 1965. No había pasado un año cuando en 1966 comenzó a manifestarse la Renovación en el Espíritu.

Pablo VI
*“Quisiéramos nosotros hoy, no sólo poseer inmediatamente el Espíritu Santo, sino también experimentar los efectos sensibles y prodigiosos de esta maravillosa presencia” (18 de mayo de 1975)  >>>

*Not that Pentecost has ever ceased to be an actuality during the whole history of the Church, but so great are the needs and the perils of the present age, so vast the horizon of mankind drawn towards world coexistence and powerless to achieve it, that there is no salvation for it except in a new outpouring of the gift of God. —POPE ST. PAUL VI, Gaudete in Domino, May 9th, 1975, Sect. VII; www.vatican.va

* ¿Cuál es el significado de esta hora para nosotros, si no es el de una extraordinaria “Epiclesis”, es decir, de una extraordinaria llamada del Espíritu Santo sobre nosotros y sobre todo lo que nos rodea? —21 mayo 1972

* Se necesita una gran efusión del Espíritu Santo, acogida con deseo, con constancia, con el empeño personal y comunitario. —25 agosto 1972

* ¿Qué necesidad, primera y última, advertimos para esta nuestra iglesia bendita y querida? ¿Que necesita realmente? Lo debemos decir temblorosos y en oración, porque es su misterio, es su vida: es el Espíritu, El Espíritu Santo, animador y santificador de la iglesia, su aliento divino, el viento de sus velas, su principio unificador, su fuente interior de luz y de energía, su apoyo y su consolador, su manantial de carísimas y de cantos, su paz y su gozo, su prenda y preludio de vida bienaventurada y eterna.
La iglesia tiene necesidad de un perenne Pentecostés: necesita fuego en el corazón, palabra en los labios, profecía en la mirada. La iglesia necesita ser templo del Espíritu Santo. Es decir, de total limpieza y de vida interior: necesita volver a sentir dentro de sí, en nuestra muda vaciedad de hombres modernos, totalmente extrovertidos por el encantamiento de la vida exterior, seductora, fascinante, que corrompe con lisonjas de falsa felicidad; necesita volver a sentir, decimos, como sube desde lo profundo de su personalidad íntima como un llanto, una poesía, una plegaria, un himno, esto es, la voz orante del Espíritu que, cómo enseña San Pablo, ocupa nuestro lugar y ora en nosotros y por nosotros con gemidos inenarrables, e interpreta las palabras que nosotros solos no sabríamos dirigir a Diós.(CF Rm8,26-27).
¡Hombres de hoy, jóvenes, al más consagradas, hermanos en el sacerdocio! ¿no escucháis? La iglesia tiene necesidad de esto. Tiene necesidad del Espíritu Santo. El Espíritu Santo en nosotros, en cada uno de nosotros, en todos nosotros juntos, el nosotros–Iglesia. —29 nov. 1972.

* Todos nosotros debemos ponernos a barlovento del soplo misterioso, Si bien ahora, en cierto modo, identificable, del espíritu Santo… —23 mayo 1973

* A la cristología y especialmente a la eclesiología del Concilio debe suceder un estudio nuevo y un culto nuevo del Espíritu Santo, justamente como necesario complemento de la doctrina Conciliar. Esperamos que el Señor nos ayude a hacer discípulos y maestros de esta posterior escuela suya: Jesús, al abandonar la escena visible de este mundo, ha dejado dos agentes para que se realice su obra salvadora en el mundo: sus Apóstoles y su Espíritu. —6 junio 1973.

* Lo que ahora nos urge afirmar es la necesidad que la gracia, es decir, de una intervención divina que superar el orden natural, tanto para nuestra salvación personal como para el cumplimiento del plan de redención en favor de toda la Iglesia y de la entera humanidad a la que la misericordia de Dios llama a la salvación.
La necesidad de la gracia supone una carencia imprescindible por parte del hombre: supone la necesidad de que el prodigio de Pentecostés tenga que continuar en la historia la iglesia y del mundo; y ello en la doble forma en la que el don del Espíritu Santo se concede a los hombres: primero para santificarlos (y esta es la forma primaria e indispensable por la que el hombre se convierte en objeto del amor de Dios, gratum faciens, como dicen los teólogos), y, después, para el enriquecerlos con prerrogativas especiales que llamamos carísimas (gratis data), ordenados al bien del prójimo y especialmente en la comunidad de los fieles. Hoy se habla mucho de esto y teniendo en cuenta la complejidad y las delicadezas de este tema no podemos menos de augurarnos qué, además de la gracia, venga también hoy sobre la Iglesia de Dios una nueva abundancia de carismas. —16 oct, 1973.

* Quisiéramos nosotros hoy, no sólo poseer inmediatamente el Espíritu Santo, Sino también experimentar los efectos sensibles y prodigiosos de esta maravillosa presencia del Espíritu Santo dentro de nosotros. Porque sabemos que el Espíritu Santo es Luz, es fuerza, carisma, infusión de una vitalidad superior, capacidad de superar los límites de la actividad natural, es riqueza de virtudes sobrenaturales, riqueza de dones, los célebres siete dones, que hacen rápida y ágil la acción del espíritu Santo coordinada con el complejo sistema sicológico humano, es riqueza de frutos espirituales que adornan bellamente el fértil jardín de la experiencia cotidiana. —18 mayo, 1975.

* Para un mundo así, cada vez más secular, no hay nada más necesario que El testimonio de esta renovación espiritual que el Espíritu Santo suscita hoy visiblemente en las regiones y ambientes más diversos—.

* Ver Lumen Gentium

San Juan Pablo II
*El aspecto institucional y el carismático son casi coesenciales en la constitución de la Iglesia” (30 de mayo de 1998) >>>

* Permitidme que, al igual que el obispo, durante la confirmación, también yo repita hoy aquel gesto apostólico en la imposición de las manos sobre todos los que están aquí presentes. En esta imposición de las manos, en efecto, se expresa la aceptación y la transmisión del Espíritu Santo, que los Apóstoles recibieron del mismo Cristo cuando, después de la resurrección, se apareció a ellos “estando cerradas las puertas” y dijo: “Reciban el Espíritu Santo”…, Este Espíritu deseo trasmitirlo hoy a vosotros… Repito, pues, siguiendo al mismo Cristo: “¡Recibir el Espíritu Santo!”. —10 junio, 1979.

* "¡Abríos a Cristo, pedid el Espíritu, para que UN NUEVO PENTECOSTÉS pueda habitar en cada comunidad! Una nueva humanidad feliz y gozosa surgirá de entre vosotros; nuevamente viviréis el poder salvador de Dios" —"Conferencia a los Obispos de América Latina", (21 oct, 1992).

Benedicto XVI
* Los carismas, que surgieron como signos visibles de la venida del Espíritu Santo, no son un acontecimiento histórico del pasado, sino una realidad siempre viva (31 de octubre de 2008) >>>
* El Espíritu Santo renovó interiormente a los Apóstoles, revistiéndolos de una fuerza que los hizo audaces para anunciar sin miedo: «¡Cristo ha muerto y ha resucitado!». Libres de todo temor comenzaron a hablar con franqueza (cf. Hch 2, 29; 4, 13; 4, 29.31). De pescadores atemorizados se convirtieron en heraldos valientes del Evangelio. Tampoco sus enemigos lograron entender cómo hombres «sin instrucción ni cultura» (cf. Hch 4, 13) fueran capaces de demostrar tanto valor y de soportar las contrariedades, los sufrimientos y las persecuciones con alegría. Nada podía detenerlos. A los que intentaban reducirlos al silencio respondían: «Nosotros no podemos dejar de contar lo que hemos visto y oído» (Hch 4, 20). Así nació la Iglesia, que desde el día de Pentecostés no ha dejado de extender la Buena Noticia «hasta los confines de la tierra» (Hch 1, 8).
Pero para comprender la misión de la Iglesia hemos de regresar al Cenáculo donde los discípulos permanecían juntos (cf. Lc 24, 49), rezando con María, la «Madre», a la espera del Espíritu prometido. Toda comunidad cristiana tiene que inspirarse constantemente en este icono de la Iglesia naciente. La fecundidad apostólica y misionera no es el resultado principalmente de programas y métodos pastorales sabiamente elaborados y «eficientes», sino el fruto de la oración comunitaria incesante XXIII JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD 2008

Papa Francisco
*La renovación carismática es una corriente de gracia en la Iglesia y para la Iglesia” (1 de junio de 2014) >>>
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This stifling worldliness can only be healed by breathing in the pure air of the Holy Spirit who frees us from self-centeredness cloaked in an outward religiosity bereft of God. —POPE FRANCIS, Evangelii Gaudium, n. 97




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