Testimonios de amor a la Eucaristía

Cuatro Km. a gatas para ir a misa

Ovidia, una joven mozambiqueña que carece de piernas, gateaba cuatro kilómetros todos los domingos para asistir a misa en la ciudad africana de Chissano.

Un día un grupo de religiosas de la Congregación de Hermanitas de los Ancianos Desamparados que partió desde Valencia para fundar un asilo en dicha ciudad, vieron de lejos que algo se movía. Cuál no fue su sorpresa cuando se encontraron con la chica que iba para asistir a misa. Estas monjas observaron que la arena del  camino le quemaba las palmas de las manos.

Ante ese testimonio de superación y de fe heroico, las religiosas le han proporcionado una silla de ruedas de parte de  un bienhechor.


 

Misa en cárcel comunista
¿Cómo celebraba la Santa misa el cardenal vietnamita que estuvo años en un campo de concentración?


Van Thuan, arzobispo vietnamita que estuvo años en prisión, hoy cardenal, da testimonio sobre cómo logró celebrar la misa en un campo de concentración comunista.

"Cuando me arrestaron, tuve que marcharme enseguida, con las manos vacías. Al día siguiente me permitieron escribir a los míos, para pedir lo más necesario: ropa, pasta de dientes... Les puse: Por favor, enviadme un poco de vino como medicina contra el dolor de estómago. Los fieles comprendieron enseguida.

Me enviaron una botellita de vino de misa, con la etiqueta: medicina contra el dolor de estómago, y hostias escondidas en una antorcha contra la humedad. La policía me preguntó:
–¿Le duele el estómago?
–Sí– Aquí tiene una medicina para usted.

Nunca podré expresar mi gran alegría: diariamente, con tres gotas de vino y una gota de agua en la palma de la mano, celebré la misa. ¡Éste era mi altar y ésta era mi catedral! Era la verdadera medicina del alma y del cuerpo: Medicina de inmortalidad, remedio para no morir, sino para vivir siempre en Jesucristo, como dice Ignacio de Antioquía.

A cada paso tenía ocasión de extender los brazos y clavarme en la cruz con Jesús, de beber con Él el cáliz más amargo. Cada día, al recitar las palabras de la consagración, confirmaba con todo el corazón y con toda el alma un nuevo pacto, un pacto eterno entre Jesús y yo, mediante su sangre mezclada con la mía. ¡Han sido las misas más hermosas de mi vida!"

 

¿Y nosotros? ¿Como celebramos la Santa Misa? ¿Comprendemos que vamos a la misa a morir con Jesús y a nacer con el a una vida nueva?  ¿Sufrimos cualquier cosa por participar en la Misa?




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