LA VIOLENCIA CONYUGAL
violencia doméstica


Padre Jordi,
La paz del Señor Jesucristo este con Usted.

Una amiga se casó por la Iglesia. Sin embargo, desde el noviazgo había una tendencia violenta en el actual esposo, situación que se le informó antes de casarse. Meses después de la boda me he enterado que ha sido golpeada por su esposo. El la echa de la casa y después se arrepiente y le deja regresar con la condición de que le diga a todos que sus golpes fueron accidentes que ella misma se causó.

Yo sin embargo pienso que el matrimonio es indisoluble y que debe perdonar a su esposo. Dios perdona y es misericordioso.

RESPUESTA

Estimado en Cristo:
Dios le bendiga.

Es cierto que el matrimonio es indisoluble, pero si desde el principio hay violencia, puede haber fundamento para que un tribunal eclesiástico anule el matrimonio (Vea anulación) La violencia es contraria a la esencia del matrimonio. Quien golpea a su esposa tiene problemas muy serios de comportamiento que no se arreglan a no ser que haya arrepentimiento y la voluntad para recibir ayuda. Esta ayuda por lo general incluye el aspecto espiritual y el psicológico.  

Las mujeres abusadas con frecuencia se sienten aisladas, amedrentadas y hasta llegan a sentirse culpables, por lo que continúan exponiéndose al abuso. Es por eso que ellas deben contar con el apoyo de su familia y su Iglesia.

Es cierto que se debe perdonar. Pero no siempre el perdón lleva a la reconciliación y el restablecimiento de las relaciones. Para que el perdón lleve a la reconciliación es necesario el arrepentimiento sincero por parte del agresor. Este se demuestra con el humilde reconocimiento de que necesita ayuda y con la voluntad práctica de someterse al proceso de recuperación con ayuda profesional.

Si no existe el  arrepentimiento con las características mencionadas, la víctima debe perdonar pero no continuar en la relación. Una promesa de cambio no es suficiente si no se ponen los medios para cambiar, porque, por si sola, no sana la enfermedad.

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Laudetur Jesus Christus.
Et Maria Mater ejus. Amen
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