JeremíasProfeta Jeremías

Jeremías significa: "Dios me eleva".

En el Antiguo Testamento, Jeremías es uno de los profetas mayores, junto con  Isaías, Ezequiel y Daniel. Los demás son llamados profetas menores y son doce.

Vivía en la finca de sus padres en Anatot, cercano de Jerusalén (a 5 kilómetros). Desde allí Dios lo llamó a profetizar. Pero Jeremías resistía a Dios excusándose por su juventud y debilidad. Pero Dios le respondió: "No digas que eres demasiado joven o demasiado débil, porque Yo iré contigo y te ayudaré".

Jeremías entonces respodió al Señor. Los primeros 17 años profetizó solo por medio de la palabra hablada. Después empezó a dictar sus profecías a su secretario Baruc. Son los 52 capítulos del Libro de Jeremías en la Biblia.

Profetizó durante el reinado de los reyes Josías (año 627 antes de Cristo), Joacaz, Joaquín, Jeconias y Sedecías.

Dios dijo a Jeremías: "Te haré fuerte como el diamante si no te acobardas. Pero si te dejas llevar por el miedo, me apartaré de ti". Recibió muchas amenazas de muerte pero continuó fiel en su misión profética, advirtiendo a la ciudad y sus governantes las consecuencas de sus pecados, incluso la destrucción de Jerusalén y el destierro de los judíos. Gritaba con valor en el Templo y por las calles. El rey Joaquín, llegó a quemar las profecías de Jeremía. El rey Sedecás lo encarceló y lo metió en un pozo enlodado donde casi muere. 

Jeremías sufrió mucho rechazo porque pocos desean escuchar al Señor. Durante los cinco reinados que vivió solo el primer rey le escuchó, el rey Josías, quien se propuso restaurar la religiosidad en todo el país inspirado por Jeremías.

Muchas veces Jeremías clamó a Dios diciendo: "Señor, estoy cansado de hablar sin que me escuchen. ¡Todos se burlan de mí! Cuando paso por las calles se ríen y dicen: ‘Allá va el de las malas noticias’. ¡Miren al que regaña y anuncia cosas tristes! Señor me propongo decirles cosas amables y Tu en cambio pones en mis labios anuncios terroríficos!".

Presenció la destrucción de Jerusalén y su templo (año 585 antes de Cristo) y se quedó en la ciudad destruida consolando y corrigiendo al pequeño resto de los israelitas que se quedaron. Pero ellos le obligaron luego a irse con ellos a Egipto. Allá lo apedrearon y mataron porque no querían escuchar sus correcciones. Jeremías preparó el camino para Jesús quién sufrió también el rechazo hasta la muerte.  Jesús dijo: "Oh Israel que apedreas a los profetas que te son enviados" (Lc. 13,34).

Solamente después de su muerte reconoció el pueblo la gran santidad de Jeremías, cuando sus profecías se cumplieron. Era tarde para los que murieron en la destrucción de Jerusalén pero sus profecías quedan para nosotros. ¿Haremos caso a los mensajes prof'éticos apartándonos del pecado y siendo fieles al Señor?

 



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