Cardenal John Newman
  Laureano López, L.C.

“Rebelde-obediente como ningún otro en los últimos siglos. Fue un profeta que vivió en el siglo XIX lo que el Concilio Vaticano II diría sobre el papel de los seglares, la colegialidad episcopal o el ecumenismo”. Así describía José Luis Martín Descalzo la figura del cardenal John Henry Newman.

Si alguna virtud caracterizó a John Henry Newman fue la autenticidad en la búsqueda de la verdad. Por eso los últimos papas le han calificado como “guía en el camino de la verdad y maestro de santidad cristiana”.

John Henry Newman nació en Londres en 1801, hijo de un banquero de confesión anglicana. Desde pequeño buscó siempre la verdad. Cuando tenía 14 años leyó autores como Hume y Voltaire, y estaba convencido de que quería ser en la vida “virtuoso, pero no religioso”, pues no encontraba el sentido de amar a Dios. Cuando cumplió 15 años el contacto con clérigos anglicanos “evangélicos” fue el inicio de su conversión. Fue párroco anglicano en Santa María de Oxford donde destacó por la pasión en sus sermones para encontrar la verdad.

¿Qué fue lo que influyó más en la conversión de Newman al catolicismo? La lectura de los Padres de la Iglesia, quienes transmitieron la tradición cristiana en la Iglesia primitiva. Él lo describe así: “la idea de creer, o de criticar, las grandes doctrinas de la fe apenas se les hubiese ocurrido a los primeros cristianos. Tales doctrinas formaban parte de la tradición apostólica, eran las mismas verdades que acababan de revelarse a la humanidad. Habían sido encomendadas al cuidado de la Iglesia y ésta las otorgaba, como un favor, a quienes las buscaban. Se trataba de hechos, no de opiniones”.

Newman veía que la Iglesia católica era la que más se parecía a la Iglesia primitiva y esto pesaba en la balanza de su conversión. La autenticidad de vida lo había llevado a encontrar la verdad, como cuenta en su Apología: “al convertirme, no me di cuenta de cambio alguno, intelectual o moral, obrado en mi espíritu. No tuve conciencia de fe más firme en las verdades fundamentales de la revelación. Tampoco sentí más fervor. Pero fue como llegar a un puerto tras una borrasca”.

Fue considerado un traidor por muchos anglicanos ante su conversión al catolicismo en 1845. Algunos católicos desconfiaban de su autenticidad considerándolo incluso “el hombre más peligroso de Inglaterra”. Sin embargo, el Papa León XIII reconoció en Newman un sacerdote auténtico y cuando lo designó cardenal expresó: “il mio cardenale. No fue fácil, pues decían que era demasiado liberal; pero yo estaba decidido a honrar a la Iglesia honrando a Newman”.

El ejemplo de autenticidad del cardenal Newman invita a creyentes o no creyentes a buscar la verdad. Ésta se nos presenta como una conquista ardua porque no consiste en “poseer la verdad” sino “vivir en la verdad”. De esta manera la lucha continua por encontrar la verdad se convierte en un ambicioso proyecto de vida. Cada uno está llamado a “hacer la verdad” en su vida ordinaria y este es el reto para todos.

Los frutos concretos del testimonio del cardenal Newman se pueden contemplar también en nuestros días. El 20 de octubre de 2009, la Congregación para la Doctrina de la Fe anunció que se preparará una Constitución Apostólica para permitir a miles de fieles anglicanos entrar en plena comunión con la Iglesia católica. Se trata de una iniciativa que surge como respuesta a las abundantes peticiones recibidas en Roma de miembros de la Comunión Anglicana Tradicional.

El deseo que tuvo Newman, al igual que muchos cristianos, ha sido lograr la unidad de la Iglesia de Cristo. El reciente gesto ecuménico es un paso adelante, y no es menos significativo que este signo amoroso, auténtico y genuino provenga de Benedicto XVI, que ha escrito en su escudo papal: “cooperador de la verdad”.

siervas_logo_color.jpg (14049 bytes)
Regreso a la página principal
www.catolico.org

Laudetur Jesus Christus.
Et Maria Mater ejus.
 Amen