Or�genes

Nacido en Alejandr�a, 185ca - 254.
Padre de la Iglesia, Te�logo y comentarista B�blico. 

 

De sus escritos:
Sacrificio de Abraham, homil�a sobre el G�nesis

Cristo hablaba del templo de su cuerpo Sobre el Evangelio de San Juan.
Venga a nosotros tu reino
 


Or�genes naci� y vivi� en Alejandr�a hasta el 231, se pas� los �ltimos 20 a�os de su vida en Cesarea del Mar, Palestina y viajando por el imperio romano. Fue el mayor maestro de la doctrina cristiana en su �poca y ejerci� una extraordinaria influencia como int�rprete de la Biblia. 

Or�genes fue profundamente afectado por el martirio de su padre, Leonides, durante la persecuci�n del emperador Severo en el 201. Complet� su educaci�n en Alejandr�a donde estuvo en contacto con gn�sticos valentinianos. Unos a�os despu�s estuvo bajo la influencia de platonistas alejandrinos como Ammonius Sacas y ley� extensivamente las obras de Filo el Jud�o quien era un contempor�neo de Jes�s y quien hab�a escrito comentarios sobre el Tor�.

Or�genes ense�� que Dios, todopoderoso, providente y salvador, se conoce solo por medio de Jesucristo, tal como fue anunciado por las escrituras jud�as y testimoniado en el Nuevo Testamento.  Jesucristo pre-existi� como la Palabra (Logos) Eterna y es el origen de la creaci�n universal. 

Las ense�anzas de Or�genes contienen tambi�n muchas especulaciones sobre temas en que la Iglesia de su �poca no se hab�a definido. Algunas de sus ideas resultaron err�neas a la luz del desarrollo posterior de la doctrina cat�lica.  No por eso se puede negar la validez del resto de sus ense�anzas. 

or�genes
Benedicto XVI, Audiencia General del 25 de abril de 2007
Fuente: Zenit.org

Queridos hermanos y hermanas:

En nuestras meditaciones sobre las grandes personalidades de la Iglesia antigua, conocemos hoy a una de las m�s relevantes. Or�genes de Alejandr�a es realmente una de las personalidades determinantes para todo el desarrollo del pensamiento cristiano. �l recoge la herencia de Clemente de Alejandr�a, sobre quien hemos meditado el mi�rcoles pasado, y la relanza al futuro de manera tan innovadora que imprime un giro irreversible al desarrollo del pensamiento cristiano. Fue un verdadero �maestro�, y as� le recordaban con nostalgia y conmoci�n sus disc�pulos: no s�lo un brillante te�logo, sino un testigo ejemplar de la doctrina que transmit�a. ��l ense��, escribe Eusebio de Cesarea, su entusiasta bi�grafo, �que la conducta debe corresponder exactamente a la palabra, y fue sobre todo por esto que, ayudado por la gracia de Dios, indujo a muchos a imitarle� (Hist. Eccl. 6,3,7).

Toda su vida estuvo recorrida por un incesante anhelo de martirio. Ten�a diecisiete a�os cuando, en el d�cimo a�o del emperador Septimio Severo, se desat� en Alejandr�a la persecuci�n contra los cristianos. Clemente, su maestro, abandon� la ciudad, y el padre de Or�genes, Le�nidas, fue encarcelado. Su hijo ansiaba ardientemente el martirio, pero no pudo cumplir este deseo. Entonces escribi� a su padre, exhort�ndole a no desistir del supremo testimonio de la fe. Y cuando Le�nidas fue decapitado, el peque�o Or�genes sinti� que deb�a acoger el ejemplo de su vida. Cuarenta a�os m�s tarde, mientras predicaba en Cesarea, hizo esta confesi�n: �De nada me sirve haber tenido un padre m�rtir si no tengo una buena conducta y no hago honor a la nobleza de mi estirpe, esto es, al martirio de mi padre y al testimonio que le hizo ilustre en Cristo� (Hom. Ez. 4,8). En una homil�a sucesiva �cuando, gracias a la extrema tolerancia del emperador Felipe el �rabe, parec�a ya esfumada la eventualidad de un testimonio cruento- Or�genes exclama: �Si Dios me concediera ser lavado en mi sangre, como para recibir el segundo bautismo habiendo aceptado la muerte por Cristo, me alejar�a seguro de este mundo... Pero son dichosos los que merecen estas cosas� (Hom. Iud. 7,12). Estas expresiones revelan toda la nostalgia de Or�genes por el bautismo de sangre. Y por fin este irresistible anhelo fue, al menos en parte, complacido. En 250, durante la persecuci�n de Decio, Or�genes fue arrestado y torturado cruelmente. Debilitado por los sufrimientos padecidos, muri� alg�n a�o despu�s. No ten�a a�n setenta a�os.

Hemos aludido a ese �giro irreversible� que Or�genes imprimi� a la historia de la teolog�a y del pensamiento cristiano. �Pero en qu� consiste este hito, esta novedad tan llena de consecuencias? Corresponde en sustancia a la fundaci�n de la teolog�a en la explicaci�n de las Escrituras. Hacer teolog�a era para �l esencialmente explicar, comprender la Escritura; o podr�amos incluso decir que su teolog�a es la perfecta simbiosis entre teolog�a y ex�gesis. En verdad, la marca propia de la doctrina origeniana parece residir precisamente en la incesante invitaci�n a pasar de la letra al esp�ritu de las Escrituras, para progresar en el conocimiento de Dios. Y este llamado �alegorismo�, escribi� von Baltasar, coincide precisamente �con el desarrollo del dogma cristiano obrado por la ense�anza de los doctores de la Iglesia�, los cuales �de una u otra forma- acogieron la �lecci�n� de Or�genes. As� la tradici�n y el magisterio, fundamento y garant�a de la investigaci�n teol�gica, llegan a configurarse como �Escritura en acto� (cfr. �Origene: il mondo, Cristo e la Chiesa�, tr. it., Milano 1972, p. 43). Podemos afirmar por ello que el n�cleo central de la inmensa obra literaria de Or�genes consiste en su �triple lectura� de la Biblia. Pero antes de ilustrar esta �lectura� conviene dar una mirada general a la producci�n literaria del alejandrino. San Jer�nimo, en su Ep�stola 33, cita los t�tulos de 320 libros y de 310 homil�as de Or�genes. Lamentablemente la mayor parte de esta obra se perdi�, pero incluso lo poco que queda de ella le convierte en el autor m�s prol�fico de los primeros tres siglos cristianos. Su radio de intereses se extiende de la ex�gesis al dogma, a la filosof�a, a la apolog�tica, a la asc�tica y a la m�stica. Es una visi�n fundamental y global de la vida cristiana.

El n�cleo inspirador de esta obra es, como hemos mencionado, la �triple lectura� de las Escrituras desarrollada por Or�genes en el arco de su vida. Con esta expresi�n intentamos aludir a las tres modalidades m�s importantes �entre s� no sucesivas, sino m�s frecuentemente superpuestas- con las que Or�genes se dedic� al estudio de las Escrituras. Ante todo �l ley� la Biblia con la intenci�n de asegurar el texto mejor y de ofrecer de ella la edici�n m�s fiable. �ste, por ejemplo, es el primer paso: conocer realmente qu� est� escrito y conocer lo que esta escritura quer�a intencional e inicialmente decir. Realiz� un gran estudio con este fin y redact� una edici�n de la Biblia con seis columnas paralelas, de izquierda a derecha, con el texto hebreo en caracteres hebreos ��l tuvo tambi�n contactos con los rabinos para comprender bien el texto original hebraico de la Biblia-, despu�s el texto hebraico transliterado en caracteres griegos y a continuaci�n cuatro traducciones diferentes en lengua griega, que le permit�an comparar las diversas posibilidades de traducci�n. De aqu� el t�tulo de �Hexapla� (�seis columnas�) atribuido a esta enorme sinopsis. �ste es el primer punto: conocer exactamente qu� est� escrito, el texto como tal. En segundo lugar Or�genes ley� sistem�ticamente la Biblia con sus c�lebres Comentarios. Estos reproducen fielmente las explicaciones que el maestro ofrec�a durante la escuela, en Alejandr�a como en Cesarea. Or�genes avanza casi vers�culo a vers�culo, de forma minuciosa, amplia y profunda, con notas de car�cter filol�gico y doctrinal. �l trabaja con gran exactitud para conocer bien qu� quer�an decir los sagrados autores.

Finalmente, tambi�n antes de su ordenaci�n presbiteral, Or�genes se dedic� much�simo a la predicaci�n de la Biblia, adapt�ndose a un p�blico de composici�n variada. En cualquier caso, se advierte tambi�n en sus Homil�as al maestro, del todo dedicado a la interpretaci�n sistem�tica de la per�copa en examen, poco a poco fraccionada en los sucesivos vers�culos. Tambi�n en las Homil�as Or�genes aprovecha todas las ocasiones para recordar las diversas dimensiones del sentido de la Sagrada Escritura, que ayudan o expresan un camino en el crecimiento de la fe: existe el sentido �literal�, pero �ste oculta profundidades que no aparecen en un primer momento; la segunda dimensi�n es el sentido �moral�: qu� debemos hacer viviendo la palabra; y finalmente el sentido �espiritual�, o sea, la unidad de la Escritura, que en todo su desarrollo habla de Cristo. Es el Esp�ritu Santo quien nos hace entender el contenido cristol�gico y as� la unidad de la Escritura en su diversidad. Ser�a interesante mostrar esto. He intentado un poco, en mi libro �Jes�s de Nazaret�, se�alar en la situaci�n actual estas m�ltiples dimensiones de la Palabra, de la Sagrada Escritura, que antes debe ser respetada justamente en el sentido hist�rico. Pero este sentido nos trasciende hacia Cristo, en la luz del Esp�ritu Santo, y nos muestra el camino, c�mo vivir. Se encuentra de ello alusi�n, por ejemplo, en la novena Homil�a sobre los N�meros, en la que Or�genes compara la Escritura con las nueces: �As� es la doctrina de la Ley y de los Profetas en la escuela de Cristo�, afirma la homil�a; �amarga es la letra, que es como la corteza; en segundo lugar atraviesas la c�scara, que es la doctrina moral; en tercer lugar hallar�s el sentido de los misterios, del que se nutren las almas de los santos en la vida presente y en la futura� (Hom. Num. 9,7).

Sobre todo por esta v�a Or�genes llega a promover eficazmente la �lectura cristiana� del Antiguo Testamento, replicando brillantemente el desaf�o de aquellos herejes �sobre todo gn�sticos y marcionitas- que opon�an entre s� los dos Testamentos hasta rechazar el Antiguo. Al respecto, en la misma Homil�a sobre los N�meros, el alejandrino afirma: �Yo no llamo a la Ley un �Antiguo Testamento�, si la comprendo en el Esp�ritu. La Ley se convierte en un �Antiguo Testamento� s�lo para los que quieren comprenderla carnalmente�, esto es, qued�ndose en la letra del texto. Pero �para nosotros, que la comprendemos y la aplicamos en el Esp�ritu y en el sentido del Evangelio, la Ley es siempre nueva, y los dos Testamentos son para nosotros un nuevo Testamento, no a causa de la fecha temporal, sino de la novedad del sentido... En cambio, para el pecador y para los que no respetan la condici�n de la caridad, tambi�n los Evangelios envejecen� (Hom. Num. 9,4).

Os invito �y as� concluyo- a acoger en vuestro coraz�n la ense�anza de este gran maestro en la fe. �l nos recuerda con �ntimo entusiasmo que, en la lectura orante de la Escritura y en el coherente compromiso de la vida, la Iglesia siempre se renueva y rejuvenece. La Palabra de Dios, que no envejece jam�s, ni se agota nunca, es medio privilegiado para tal fin. Es en efecto la Palabra de Dios la que, por obra del Esp�ritu Santo, nos gu�a siempre de nuevo a la verdad completa (cfr. Benedicto XVI, �Ai partecipanti al Congresso Internazionale per il XL anniversario della Costituzione dogmatica �Dei Verbum� �, in: �Insegnamenti�, vol. I, 2005, pp. 552-553). Y pidamos al Se�or que nos d� hoy pensadores, te�logos, ex�getas que encuentren esta multidimensionalidad, esta actualidad permanente de la Sagrada Escritura, para alimentarnos realmente del verdadero pan de la vida, de su Palabra.

[Traducci�n del original italiano realizada por Zenit. Al final de la audiencia, el Papa salud� a los peregrinos en varios idiomas. Estas fueron sus palabras en espa�ol]:

Queridos hermanos y hermanas:

Or�genes, uno de los m�s grandes escritores de la Iglesia de los primeros siglos, fue un testigo ejemplar de la doctrina que transmit�a, afirmando que "la conducta debe corresponderse exactamente con la palabra". Su deseo del martirio, recordando a su padre que dio la vida por Cristo, se cumple durante la persecuci�n de Decio, en la cual es arrestado y torturado cruelmente, muriendo algunos a�os despu�s.

Or�genes imprime un "cambio irreversible" al desarrollo del pensamiento teol�gico, basado en la explicaci�n de las Escrituras, para progresar en el conocimiento de Dios. La tradici�n y el magisterio se configuran como "Escritura en acci�n". El n�cleo central de su obra consiste en la "triple lectura" de la Biblia. Sus Comentarios reproducen fielmente las explicaciones que daba, tanto en Alejandr�a como en Cesarea, y sus Homil�as retoman los diversos significados de las Escrituras. Desde el sentido literal, a trav�s de la interpretaci�n oral, los fieles deben llegar al significado espiritual m�s profundo. Promueve eficazmente la "lectura cristiana" del Antiguo Testamento, haciendo frente al reto de los herejes que opon�an los dos Testamentos hasta rechazar el Antiguo. "Para nosotros,-afirma-, los dos Testamentos son un nuevo Testamento".

Saludo a los peregrinos de lengua espa�ola, especialmente a los sacerdotes que participan en un curso de actualizaci�n, a las Religiosas de la Compa��a de Mar�a, a los fieles de Palencia, La Coru�a, Toledo y Madrid, as� como a los de Honduras, M�xico y otros pa�ses de Am�rica Latina. Os invito a acoger en vuestros corazones las ense�anzas de este gran "maestro" en la fe. �l nos recuerda que la Iglesia siempre se renueva y rejuvenece con la lectura orante de la Sagrada Escritura y el coherente compromiso de vida.

 


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Laudetur Jesus Christus.
Et Maria Mater ejus. Amen