Clave para distinguir el bien del mal
Benedicto XVI, 24 julio 2207. (ZENIT.org).-
Ver también: Relativismo
Un mundo en el que Dios no existe se convierte en todo caso en un mundo de la arbitrariedad y el egoísmo,
Para comprender la línea de demarcación entre el bien y el mal hay que escuchar la voz del Creador. Sólo si aparece Dios hay luz, hay esperanza . Nuestra vida tiene un sentido que no podemos inventar nosotros, nos precede, nos lleva.
Hoy la moral y la religión «prácticamente han sido expulsadas» y «el único criterio último de moralidad y también de religión es el sujeto, la conciencia subjetiva que no reconoce otras instancias». «Pero de este modo el sujeto se convierte en una realidad aislada y cambian día a día los parámetros» de la vida moral.
Hoy se confunde el bien y el mal «con sentirse bien o sentirse mal» «Al final, sólo decide el sujeto, con su sentimiento, sus experiencias, con los eventuales criterios que han encontrado».
El Papa invitó a presentar los caminos que incluso la «conciencia laica puede ver fácilmente y a tratar de guiar hacia las voces más profundas, a la voz de la conciencia, que se comunica en la gran tradición de la oración y de la vida moral de la Iglesia.
«En la tradición cristiana, «conciencia» quiere decir «con-ciencia»: es decir, nuestro ser está abierto, puede escuchar la voz del mismo ser, la voz de Dios». «Por tanto, la voz de los grandes valores está inscrita en nuestro ser y la grandeza del hombre consiste propio en el hecho de no estar encerrado en sí mismo, en no quedar reducido a lo material, cuantificable, sino en estar abierto interiormente a lo esencial».
«En la profundidad de nuestro ser podemos escuchar no sólo las necesidades del momento, no sólo lo material, sino también escuchar la voz del mismo Creador y de este modo se puede conocer qué es el bien y qué es el mal». «Pero, obviamente esta capacidad de escucha debe educarse y desarrollarse». «Y precisamente éste es el anuncio al que estamos comprometidos en la Iglesia: desarrollar esta capacidad elevadísima donada por Dios al hombre de escuchar al voz de la verdad, la voz de los valores»
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