Querer ser santos:
La Santidad es obra de Jesús pero El no se impone. Requiere la respuesta libre del hombre. Quien ama a Dios desea responderle con todo el corazón, se esfuerza y persevera con la ayuda de la gracia para vencer la tendencia de la carne (pecados capitales)
Hay ambiciones que son pecaminosas y otras que son necesarias para la santidad. San Pablo dice: "¡Aspirad a los carismas superiores! Y aun os voy a mostrar un camino más excelente" I Corintios 12:31. Ese camino es el amor a Dios y al prójimo puesto en práctica, imitando el amor perfecto que es Jesús. No desear otra cosa que agradarle en todo. Cuando agradarle requiere abrazar la cruz, bendita sea. Todo por por El y para El.
Aspirar a la santidad es vivir humildemente para Dios: "¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer." Lucas 17,9-10
Es propio de un alma cobarde y que no tiene la virtud vigorosa de confiar en las promesas del Señor, el abatirse demasiado y sucumbir ante las adversidades –San Basilio, Homilía sobre la alegría
El alma que ama a Dios de veras no deja por pereza de hacer lo que pueda para encontrar al Hijo de Dios, su Amado. Y después que ha hecho todo lo que puede, no se queda satisfecha, pues piensa que no ha hecho nada –San Juan de la Cruz, Cántico espiritual, 3, 1.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. Como el ciervo desea las fuentes de las aguas, así te desea mi alma, oh Dios… ¿Cuándo vendré y apareceré ante la cara de Dios? -Sal. 41.
Un deseo concreto, que se aplica cada día.
¡Perseverancia!
Muchos se entusiasman por Cristo, pero como la semilla que cae en mala tierra, no perseveran, se dan así mismos "permiso" para aflojarse y pronto se quedan atados a los gustos y preocupaciones que desplazan a Dios del centro de sus vidas.
Me dices que sí, que quieres. -Bien, pero ¿quieres como un avaro quiere su oro, como una madre quiere a su hijo, como un ambicioso quiere los honores o como un pobrecito sensual su placer?
-¿No? -Entonces no quieres J. Escriva de Balaguer, Camino, n. 316
Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Mateo 16:26
No esperar frutos fáciles. Es lucha de toda una vida
Aunque me canse, aunque no pueda, aunque reviente, aunque me muera -Santa Teresa, Camino de perfección, 21, 2
Hay, pues, que tener paciencia, y no pretender desterrar en un solo día tantos malos hábitos como hemos adquirido, por el poco cuidado que tuvimos de nuestra salud espiritual – J. Tissot, El arte de aprovechar nuestras faltas, p. 14.
Tener esperanza. Si esta faltara, no seguiremos en la lucha. Creer que la santidad es inalcanzable es una gran tentación. ¡Es mentira!. Es escapismo. Si. Podemos ser santos porque Dios da la gracia y los medios. Dios no falla. Muchos han sido los grandes pecadores que llegaron a ser santos. Leamos la vida de San Pablo y San Pedro. Leamos los Hechos de los Apóstoles para ver la obra del Espíritu.
LOS SANTOS Y NOSOTROS
Según el Concilio Vaticano II
En la vida de aquellos que siendo hombres como nosotros, se transformaron con mayor perfección en imagen de Cristo (2 Cor 3,18) Dios manifiesta al vivo entre los hombres su presencia y su rostro.
Veneramos la memoria de los Santos del cielo, con la unión de toda la iglesia por su ejemplaridad; pero en el espíritu se vigorice por el ejercicio de la caridad fraterna (Eph, 4 1-6). Porque así como la comunión cristiana entre los viadores nos acerca más a Cristo, así el consorcio con los Santos nos une a Cristo de quién, como de fuente y cabeza, dimana toda la gracia y la vida del pueblo de Dios. Es, por tanto, sumamente conveniente que amemos, a estos amigos y coherederos de Cristo, hermanos también y eximios bienhechores nuestros; que rindamos a Dios las gracias que les brindemos por ellos, los invoquemos humildemente, y que para impetrar de Dios beneficios por medio de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor que es el único Redentor y Salvador nuestro, acudamos a sus oraciones, protección y socorro Todo genuino testimonio de amor que ofrezcamos a los bienaventurados se dirige, por su propia naturaleza, a Cristo y termina en EL, que es la Corona de todos los Santos, Por EL va a Dios que es admirable en sus Santos y en ellos es glorificado. (L.G. N. 50).
De nuestro correo
Santidad y sufrimiento
Pregunta: Padre, ¿es necesario sufrir para conseguir la santidad? Está pregunta me confunde porque da origen a otras como, ¿Dios ve con buenos ojos el sufrimiento de sus hijos?, ¿Acaso la santidad no es fruto de la unión con Dios?
Respuesta: La santidad es gracia de Dios, es unión con Cristo, pero esta gracia se pierde si no respondemos al amor con amor. La esencia del cristianismo es amar a Dios y amar al prójimo. Jesús enseña que amar es entregarse sin contar el costo. Se trata entonces de un amor que abraza la cruz. El nos enseña con su ejemplo: "ámense como yo los he amado". Quien ama sufre todo por el amado y con el amado.
Jesús viene a nosotros en la Eucaristía, pero no produce fruto si no encuentra un corazón bien dispuesto, humilde y obediente que le permita reinar. El sufrimiento vino a la humanidad por el pecado y todo ser humano sufre. Pero Jesús convirtió el sufrimiento en una oportunidad de amar y crecer en santidad. Dios vio con buenos ojos el sufrimiento de su Hijo porque en su sufrimiento manifestó su amor total. Nosotros, si unimos nuestros sufrimientos a los de Cristo, los convertimos en amor. El demonio bloquea el camino a la santidad con el miedo al sufrimiento. Solo los que aman abrazan cualquier sufrimiento por amor y llegan a la santidad. Sufrimiento>
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