A LOS AMIGOS DE LA CRUZ
San Luis Grignion de Montfort
(Resumido por el Padre Jordi Rivero).  
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El tratado de San Luis María Grignion de Montfort sobre la necesidad y la práctica de la cruz está lleno de sabiduría divina, necesaria para la santidad y sin embargo rechazada por casi todos.  Aquí se encuentra el secreto para ser verdaderos discípulos de Jesucristo.

El santo escribió una carta (1714) a la Asociación de los Amigos de la Cruz que el fundó. Fue escrita al final de un retiro donde meditaba la Pasión mientras estaba obligado por la Iglesia al silencio. Su propósito era ayudarles a ver la centralidad de la cruz y como vivirla.

Todas las referencias son del santo si no se advierte lo contrario.

 


RAZÓN DE SER AMIGOS DE LA CRUZ:

Para ser otro Cristo (Gal. 2, 20).
-Un hombre escogido por Dios.
-Entre mil personas que viven según los sentidos y la sola razón, vive con la luz pura de la fe y un amor vehemente a la cruz.
-Es un hombre que pasa por la tierra como extranjero
-Combate en el mundo pero no huye de el.

 Para estar Unidos.
-
Los amigos de la cruz son mas fuertes que los ejércitos del mundo.
-Los demonios se unen para perderos; uníos para derribarlos.
-Los avaros se unen para hacer negocio; únanse ustedes para conquistar los tesoros de la cruz.

 Para triunfar sobre el demonio, el mundo y la carne.
-
Con el amor a las humillaciones se derriba el orgullo de Satanás.
-Con el amor a la pobreza, se triunfa sobre la avaricia del mundo.
-Con el amor al dolor, se mortifica, la sensualidad de la carne.

Reflexión:
1- ¿Tienes verdadero deseo y voluntad de obrar así, con la gracia de Dios, con el poder de la Cruz y de Nuestra Señora de los Dolores?.

2- ¿Utilizas los medios necesarios para conseguirlo?

3- ¿Has entrado en el verdadero camino de la vida, que es el camino estrecho del Calvario o vas, sin darte cuenta, cediendo al camino ancho del mundo que conduce a la perdición?

4- ¿Sabes que existe un camino que al hombre le parece recto y seguro pero en realidad lleva a la muerte?.

5- ¿Sabes distinguir con certeza entre la voz de Jesús y su gracia y la del mundo y de la naturaleza? -"El que me sigue a mi no andará en tinieblas" (Jn. 8,12) "!Animo yo he vencido al mundo!" (Jn. 16,33)


 LOS DOS BANDOS

1. El de Jesucristo  2. El del mundo y del demonio.

 El bando de Jesucristo:

La corrupción del mundo se opone a este camino y lo hace estrecho. Pero Jesús va delante, descalzo, coronado de espinas, el cuerpo ensangrentado y cargando una pesada cruz.

El número de los elegidos es menor de lo que se piensa (Mt. 20,16; Lc. 13,23-24). Solo los esforzados y los violentos arrebatan el cielo (Mt.11,12). Solo le sigue un pequeño rebano (Lc. 12,32) porque su voz no se le puede oír en medio del tumulto del mundo o porque se carece del valor necesario para seguirlo en la pobreza, los dolores, las humillaciones y demás cruces que es preciso llevar para servir al Señor todos los días.

"El que no tiene el Espíritu de Cristo- que es espíritu de cruz- no es de Cristo"(ver: Rom. 8,9).

"Los que son del Mesías han crucificado sus bajos instintos con sus pasiones y deseos" (Gal. 5,24).

"O somos imagen viviente de Jesucristo o nos condenamos".

"Un criado no es mas que su amo" (Jn. 3,16).

 El bando del mundo y del demonio:

Lo mas selecto del mundo corre tras el. Las multitudes van por el camino ancho atraídas por la apariencia espléndida y brillante. Buscan lo mas fácil y placentero.

Para mantenerse en su engaño se dicen: "Dios es bueno y no nos creo para condenarnos. Dios no prohíbe las diversiones. No nos condenaremos por eso. !Fuera escrúpulos!. "No moriréis.."(Gen. 3,4).

Casi todos abandonan a Jesús en el camino de la cruz. Los del mundo ven la cruz como locura, los judíos se escandalizan de ella (1 Cor. 1,23), y nosotros sus hijos, vivificados por su Espíritu, también nos hacemos enemigos de la cruz (Flp. 3,18). "¿También ustedes quieren marcharse?" (Jn. 6,67).

Este siglo desprecia la pobreza de mi cruz para correr tras las riquezas; esquiva los dolores de mi cruz para buscar los placeres; odia las humillaciones de mi cruz para codiciar los honores. ¿Quieren conformarse a este siglo? (Rom. 12,2).

Tengo aparentemente muchos amigos que aseguran amarme, pero en el fondo me aborrecen, porque no aman mi cruz. "Tengo muchos amigos de mi mesa y muy pocos amigos de mi cruz"

No nos dejemos arrastrar por los sentidos -como Eva.

Miremos al autor y consumador de nuestra fe (Hebr. 12,2), Jesucristo crucificado. Huyamos de la corrupción del mundo.


MANDAMIENTO DE JESÚS PARA LA PERFECCIÓN CRISTIANA

"El que quiera venirse conmigo, que reniegue de si mismo, que cargue con su cruz, y me siga" (Mt.16,24; Lc 9,23)

La perfección cristiana consiste en:

1-En querer ser santo: "El que quiera venirse conmigo",
2-En abnegarse: "que reniegue de si mismo",
3-En padecer: "que cargue con su cruz"
4-En obrar: "y me siga"

 1- En querer ser santo: "El que quiera venirse conmigo":

"El que quiera". No dice "los que quieran", para indicar que son muy pocos los que buscan llevar la cruz. Por lo tanto es muy reducido el numero de los que se salva. (Las Escrituras y los santos, ej. S.Basilio, S. Efrén, S. Simón el Estilita, S.Teresa de Ávila, S. Agustín, Sto. Tomas Aquino concuerdan en esto)

El conocimiento práctico del misterio de la cruz se comunica a pocos.

"A vosotros se os ha dado a conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no" (Mt.13,11). Para recibirlo hay que estar decidido a entregar su vida, renunciar al mundo y ser amigo de Dios. "Resuelto a sacrificarlo todo, emprenderlo y padecerlo todo por Jesucristo"

Hace falta voluntad.

"El que quiera". O sea, el que tenga voluntad sincera, firme, resuelta. No por instinto natural, rutina, egoísmo o respeto humano, sino por la gracia del Espíritu Santo.

Sepan que aquellos que no tienen tal determinación andan solo con un solo pie. La cruz se debe amar con corazón generoso y de buena gana.

"Una voluntad a medias -lo mismo que una oveja sarnosa-basta para contagiar todo el rebano. Si una de estas hubiera entrado en el redil por la falsa puerta de lo mundano, echadla fuera en nombre de Jesucristo, como al lobo de entre las ovejas" (ver: Mat. 7,15; Jn.10,1)

Jesús, "En vez del gozo que se le ofrecía, soportó la cruz" (Hebr. 12,2).


2-En abnegarse: "que reniegue de si mismo",

El que quiera seguirme, a imitación mía, debe gloriarse solo en la pobreza, las humillaciones, y padecimientos de mi cruz: "que reniegue a si mismo". Mi amor en el le hará desear tanto seguirme que pondrá todo su corazón en el Reino sin contar el costo.

"Fuera de entre ustedes los engreídos por sus propias luces y talentos, los charlatanes que aman mucho el ruido, los devotos orgullosos que, como Lucifer, dicen "No soy como los demás" (Lc. 18,11), los que no pueden soportar que los censuren, sin excusarse; que los ataquen, sin defenderse; que los humillen, sin ensalzarse."

"No admitan entre ustedes a personas delicadas que rehuyen la menor molestia, que gritan y se quejan ante el mas leve dolor."


 3-En padecer: "que cargue con su cruz"

La cruz son las humillaciones, menosprecios, dolores, enfermedades, pobreza, tentaciones, sequedades, abandonos, penalidades espirituales y todo tipo de circunstancias duras.

Dios no se place en los sufrimientos de nadie. Pero Dios saca de el las mas grandes victorias contra el enemigo si sus hijos llevan el sufrimiento con amor y confianza en Dios. La cruz nos purifica de tantos apegos a la carne y al mundo y nos ayuda a buscar primero el Reino de Dios.

Dios sabe y tiene bajo su providencia cada cruz que tengamos que llevar de manera que ninguna vendrá sin que el nos de la gracia necesaria si se la pedimos. El sabe la cruz que nos conviene y aunque desgarre su corazón amoroso permite que la llevemos para nuestro bien.

"Que cada uno cargue su propia cruz con entusiasmo y valentía. La cruz que mi Sabiduría le fabrico con numero, peso y medida..como fruto del amor infinito que le tengo".

"Que cargue": Que no la arrastre, ni la rechace, ni la recorte, ni la oculte. En otras palabras, que la lleve con la mano en alto, sin impaciencia ni repugnancia, sin quejas ni criticas voluntarias, sin medias tintas ni componendas".

"Que la plante en su corazón por amor, para transformarla en zarza ardiente, que día y noche se abrase en el puro amor de Dios, sin que llegue a consumirse...puesto que nada hay tan necesario, tan útil, tan dulce ni tan glorioso como padecer algo por Jesucristo".

S. Pablo: "Lo que es a mi, Dios me libre de gloriarme mas que de la cruz de nuestro Señor Jesucristo" (Gal. 6,14).

Nada tan necesario como cargar la cruz.

La cruz es necesaria para nosotros pecadores: Las cruces de esta vida nos ayudan a unirnos a Cristo y no caer en el castigo del infierno que todos merecemos.

No pensemos que estamos seguros de no ir al infierno. Muchos creyéndose buenos estaban seguros de ellos mismos, se han permitido descuidos y quedaron condenados.

¿Pensamos esto cuando sufrimos alguna pena?. Estaríamos contentos de sufrir ahora si tan solo pensáramos en el purgatorio que es un padecer horrible. Muchos van allí por haberse conformado con confesiones a la ligera. Vale la pena padecer ahora y arrancar del demonio el libro de la muerte (Col. 2,14) en el que lleva anotados todos nuestros pecados y el castigo que merecen.

En la otra vida todo se paga hasta el último centavo (Mt. 5,26), hasta la última palabra ociosa (Mt. 12,36). Ese mal pensamiento, esa palabra que se llevó el viento, serán castigados con espantosos tormentos (Heb. 10,31).

No es que a Dios le falte misericordia. Mas bien hay que entender que la misericordia no se consigue sin abrirnos a la cruz. Jesús nos dice: "podéis beber el cáliz? (Mt. 20,22).

Excelente cosa es desear la gloria de Dios. Pero desearla y pedirla sin decidirse a padecerlo todo es una locura y una petición extravagante: "no saben lo que piden" (ibid) En realidad para ser amigos de Dios y para entrar en el Reino "Tenemos que pasar mucho" (Hechos 14,22).

 La cruz es necesaria para los hijos de Dios.

Con razón nos gloriamos de ser hijos de Dios, pero también debemos gloriarnos de sufrir con El.

"Han echado en olvido la exhortación que como a hijos se os dirige: Hijo mío, no menosprecies la corrección del Señor; ni te desanimes al ser reprendido por él. Pues a quien ama el Señor, le corrige; y azota a todos los hijos que acoge. Sufrís para corrección vuestra. Como hijos os trata Dios, y ¿qué hijo hay a quien su padre no corrige? Pero si quedan sin corrección, cosa que todos reciben, señal de que son ustedes bastardos y no hijos. Además teníamos a nuestros padres según la carne, que nos corregían, y les respetábamos. ¿No nos someteremos mejor al Padre de los espíritus para vivir? ¡Eso que ellos nos corregían según sus luces y para poco tiempo!; mas el, para provecho nuestro, en orden a hacernos partícipes de su santidad. Cierto que ninguna corrección es de momento agradable, sino penosa; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella". (Hebr. 12,5-11)

La cruz es necesaria para los discípulos de un Cristo crucificado

"Mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos y necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios". (1 Cor. 1,22-24).

Jesucristo es el único maestro que predica la cruz. Aquel de ustedes que sepa llevar mejor su cruz -aunque, por otra parte, sea un analfabeto- es mas sabio en Jesucristo que todos los demás. Alégrate pues si eres de poca sabiduría según el mundo; si sabes sufrir con alegría, sabes mas que los que tienen doctorados de las grandes universidades pero no saben sufrir tan bien como tu.(Mat. 11,25)

San Pablo, al bajar del tercer cielo -donde aprendió misterios escondidos a los mismos ángeles-, exclama que no quiere saber nada fuera de Jesucristo crucificado. (1 Cor. 2,2)

La cruz es necesaria para los miembros de Jesucristo.

Somos miembros de Jesucristo, somos su cuerpo. ¡Que honor! ¡Pero qué necesidad tan imperiosa de padecer implica serlo!

¿Si la Cabeza está coronada de espinas (Mt. 27,29), estarán los miembros coronados de rosas?.

¿Si la Cabeza es escarnecida camino al calvario (Mc.14,65), querrán los miembros vivir perfumados?.

¿Si la Cabeza no tiene donde reclinarse (Mt. 8,20), descansaran los miembros entre plumas?. !Eso sería una monstruosidad!. No se hagan ilusiones.

Esos cristianos que veis por todas partes trajeados a la moda, en extremo delicados... no son los verdaderos discípulos de Jesús crucificado. ¡Cuántas caricaturas de cristianos que... mientras hacen con la mano la señal de la cruz, son sus enemigos en el corazón!.

Si Cristo es nuestra cabeza, aceptemos como El la cruz por amor. Pues es necesario que el discípulo sea tratado como el Maestro, los miembros como la cabeza. Y, si el cielo nos ofrece -como a Santa Catalina de Siena- una corona de espinas y otra de rosas, escojamos la de espinas y hundámosla en nuestra cabeza para asemejarnos mas a Jesucristo.

 Ver la cruz sabiendo que somos piedras vivas.

Somos piedras vivas del templo. Nos disponemos a ser labrados con el martillo de la cruz para no quedar como piedras toscas, que no sirven. No resistir al Señor que como arquitecto amoroso da golpes de martillo para convertirnos en bellas piedras para su edificio.

Hay que sufrir como los santos.

Jesús crucificado y María a sus pies, su corazón traspasado por una espada. Esta es la cruz. Si aceptamos la apreciación popular de lo que es ser cristiano no seguiremos a Jesús.

Veamos mas bien a los santos. Ellos siguieron el ejemplo de Jesús con heroica fidelidad sin compararse al mundo ni conformarse con la mediocridad espiritual.

Debemos conocer y reflexionar a menudo sobre sus vidas para ver la grandeza del amor a que se nos invita.

Estamos unidos a los santos (la comunión de los santos) en torno a Cristo. Ellos son "una inmensa nube de testigos" (Heb. 12,1).

¿Podemos entonces eximirnos de imitarlos en su amor a la cruz?

Si no sufrimos como santos lo haremos como malditos. No es posible, al final evitar el sufrimiento. Si no sufrimos en el Señor, entonces será sin el consuelo de la gracia, sin la ayuda de Jesús, además tendremos el peso del demonio: la impaciencia, la murmuración y al final el infierno.

 Nada tan dulce como la cruz.

Tenemos una fuerte tendencia de conformarnos con `no hacer nada malo' y no disponernos a sufrir por amor a Jesús.

Todos los cristianos creemos en la cruz pero perdemos conciencia de su realidad. Se va quedando en teoría. El mundo nos va haciendo minimizar su actualidad porque la ley del mundo es: evitar el sufrimiento a todo costo.

Nada se puede esperar de cristianos así. Son tierra que no produce.

Si sufrimos por amor a Dios, la cruz se hará mas y mas suave porque la carne tendrá menos dominio sobre nosotros. "La cruz abrazada es la menos pesada" -Sta. Teresa de Ávila.

Nada tan glorioso.

Los santos gozaban en el Espíritu en medio de los tormentos. La alegría de la cruz es mayor que la de prisioneros liberados de la cárcel. Debemos estar alegres en las pruebas, saltar de gozo en la persecución no porque nos guste en la carne sino porque el mismo Dios viene a nosotros. Por eso decía Santa Teresa de Ávila: "O padecer o morir".

El mundo llama a la cruz `locura, infamia, necedad' porque están ciegos y la juzgan humanamente. Pero para nosotros la cruz es la gloria (1 Cor. 1,1-2). San Pedro y Pablo son mas gloriosos por sus calabozos que por haber sido arrebatados en éxtasis.


4-En obrar: "y me siga"

REGLAS PARA LLEVAR LA CRUZ

1) No buscarse cruces.

No hay que inventarse cruces ni hacer el mal para sacar un bien. Si buscamos amar a Dios y al prójimo no faltaran cruces autenticas.

Mucho menos buscar cruces para los demás. Solo el maligno hace eso.

"¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar? Nosotros creemos mas bien que nos salvamos por la gracia"(Hechos 15,10)

 2) Tener en cuenta el bien del prójimo.

Si lo que vas a hacer pudiera escandalizar al prójimo, aunque sin motivo, abstente de hacerlo por caridad para evitar el escándalo de los débiles.

Pero, si el bien que vas a hacer es algo bueno que crees que Dios quiere, es recomendable sigas tu conciencia aunque algún espíritu malintencionado se escandalice sin motivo. (Mt. 15,14)

 3) No pretender sufrir como los grandes santos.

Algunos santos pidieron cruces mediante actuaciones ridículas. Admirémoslos pues es por actuación especial del Espíritu pero no pretendamos volar tan alto. "Comparados con estas águilas nosotros somos como gallinas mojadas".

Primero tenemos mucho que andar llevando las cruces de nuestra vocación.

 4) Pedir a Dios la sabiduría de la cruz.

Debemos pedir la sabiduría de la cruz que permite contemplar, a la luz de la fe, los misterios de la cruz. O sea, poder desear y amar la cruz porque vemos que el amor vale la pena.

Esta sabiduría se alcanza con la experiencia de la cruz y la ferviente oración. Hay que pedirla insistentemente, sin titubeos y entonces siempre se alcanza.

 5) Humillarse por las propias faltas, pero sin turbación.

Cuando por ignorancia o por cualquier culpa cometemos alguna torpeza que nos cause una cruz, nos debemos humillar inmediatamente dentro de nosotros mismos ante la mano poderosa de Dios pidiéndole perdón y aceptando lo que venga.

Dios nos humilla para purificarnos. Estamos muy corrompidos por el pecado de Adán y por nuestros pecados. Cuando descubrimos algún don de Dios muy pronto lo ensuciamos con orgullo o ideas humanas. Por eso Dios nos permite tener incertidumbres, tentaciones, tinieblas, para llevarnos a la humildad y la santidad. 

A menudo Dios permite que sus mejores servidores cometan faltas de las mas humillantes para empequeñecerlos a sus propios ojos y delante de los hombres, para quitarles el orgullo que tienen por las gracias recibidas, de modo que ningún mortal puede enorgullecerse ante Dios. (1 Cor. 1,29).

 6) No basta sufrir.

Hay muchos que sufren y hasta entregan la vida por ideales malos. El demonio y el mundo tienen sus mártires. Hay que sufrir por amor a Jesucristo, por obediencia, como El.

7) Evitar los engaños del orgullo.

Mucho cuidado de no creer -como los devotos orgullosos- que vuestras cruces son grandes, que son prueba de que estáis ya muy avanzados y Dios os esta llevando a la purificación mas perfecta. "Este engaño es sutil e ingenioso pero lleno de veneno".

 Piensa mas bien que:

a) Tu orgullo y delicadeza te lleva a considerar como vigas las pajas, como llagas las picaduras; una palabrita como una injuria atroz y un cruel abandono.

b) Que las cruces que Dios os manda son castigos amorosos por tus pecados.

c) Que por mas cruces y humillaciones que Dios te envíe, te perdona infinitamente mas. Lo has ofendido y merecías el infierno pero El te salvó.

d) Que hay mucho del ego mezclado con tu paciencia. Fíjate en tus miramientos, tus veladas búsquedas de consuelos con los amigos, esas disculpas rebuscadas, esas quejas tan bien formuladas contra quienes te han hecho daño, ese revolver deleitosamente los propios males, esa creencia luciferina de que eres de gran valía (Hechos 8,9). Estas son las actitudes de la carne aún en los sufrimientos.

 8) Aprovecha los sufrimientos pequeños.

Dios no mira tanto lo que se sufre sino como se sufre. Sufrir mucho, pero mal, es sufrir como condenados; sufrir mucho y con valor, pero por una mala causa, es sufrir como mártires del demonio; sufrir poco o mucho por Dios, es sufrir como santos.

Llevar alegremente las cruces pequeñas y sin brillo, como el mercader que saca provecho de todo: Las pequeñas molestias del vecino, una pequeña injuria, la perdida de algún dinero, un pequeño malestar, etc.. Por todo di: "Gracias a Dios".

9) Ama la cruz con amor sobrenatural.

La naturaleza humana rechaza y se rebela ante el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. Los sentidos, que son la parte inferior del ser, gimen y buscan alivio. Esto es normal. 

Cuando se habla de amar la cruz, no se trata de un amor sensible. Jesús no amo la cruz con la voluntad de la carne. "Padre, no se haga mi voluntad sino la tuya"(Lc. 22,42). La cruz se ama con un amor espiritual, aun sin sentir alegría en los sentidos, generalmente sin percibir gozo en el alma. Amamos la cruz mediante la luz de la fe desnuda.

 10) Sufrir toda clase de cruces sin excepción ni selección.

La meta suprema de la gloria divina y la felicidad verdadera es el abandono total. Así decía S. Francisco que la felicidad perfecta esta en poder seguir amando aun cuando humanamente esta todo perdido y nos han abandonado.

11) Para acostumbrarnos a sufrir como se debe, acostúmbrate a considerar cuatro cosas.

a) La mirada de Dios: Dios mira al hombre que lucha por El, contra la fortuna, el mundo, el infierno y contra si mismo, al hombre que lleva la cruz con alegría. Dios lo mira como un Padre orgulloso. El Señor a Satanás: ¿te has fijado en mi siervo Job, que sufre por mi? (Job 2,3).

 b) La mano de Dios: El Señor permite todo el mal que nos sobreviene. La misma mano que domina los astros hace caer el cabello de tu cabeza (Lc. 21,18).

 No es el autor de la malicia pero permitió la acción. Los agresores están siendo usados por Dios, no irritemos la justicia usurpando los derechos de la venganza. Reconoce que lo tienes merecido. ¡No hieras! ¡No hables!.

 Con una mano todopoderosa e infinitamente prudente, Dios os sostiene, mientras os corrige con la otra. Humilla y enaltece. No permite que seas tentado y afligido por encima de tus fuerzas;

 c) Las llagas y los dolores de Jesús.  

El Espíritu Santo nos ordena a contemplar las llagas y los dolores de Jesús (Gal. 3,1) y a armarnos con esos pensamientos (1 Pe. 4,1).

Mira al inocente y ve de que te quejas siendo tu culpable. Mira tus problemas la incomprensión, la injusticia, el dolor, la pobreza, y otras cruces) ante la cruz. ¿Son comparables?. En El encuentras la victoria sobre cualquier adversidad.

 d) Piensa en el cielo y el infierno.

Lo que nos aguarda en cada lugar esta mas allá de nuestra comprensión pero, si meditamos, tendremos la suficiente claridad para desear el cielo. El cielo da animo a los santos y mártires en sus trabajos y tormentos.

Miremos a los ángeles que nos animan diciendo: "Cuidado con perder la corona destinada a recompensar la cruz que os ha tocado"

Miremos al infierno donde iremos junto a todos los malvados si nuestro padecer -como el suyo- va acompañado de murmuraciones, despechos y venganzas.

 Exclamemos con S.Agustín: "Quema, Señor; corta, poda, divide en esta vida en castigo de mis pecados, con tal que me perdones en la eternidad".

 12) No quejarse mas de las criaturas.

Hay tres clases de queja:

a) La queja involuntaria es cuando el cuerpo gime. Si el alma en su parte superior esta sometida a la voluntad de Dios, no hay pecado.

b) La queja razonable: nos quejamos ante los que pueden remediar el mal: al superior, al medico... Esta queja puede constituir una imperfección si es demasiado intempestiva, pero no es pecado.

c) La queja criminal: cuando nos quejamos al prójimo del mal que nos inflige para vengarnos o desahogarnos añadiéndole impaciencia y murmuración. Aquí hay pecado.

 13) Recibir la cruz con gratitud.

No recibas nunca la cruz sin besarla humildemente con agradecimiento.

 14) Carga con cruces voluntarias.

Estar atento a oportunidades de amar que se nos escapan por miedo a la cruz.

 Por ejemplo: ¿Tienes algo que en verdad otros lo necesitan mas que tu aunque le tienes mucho cariño? Dáselo a los pobres. ¿Quisieras tener cosas superfluas cuando Jesús es tan pobre?. ¿Tienes rechazo por alguna persona? Sírvele con humildad.  ¿Tienes exagerada afección a una persona? Sepárate un poco.  ¿Tienes prisa natural por ver, actuar, aparecer en publico, ir a tal sitio?. Detente, calla, ocúltate.

 Quien sea fiel en lo poco, aun en las pequeñas cruces, el Señor, -como lo tiene prometido- os pondrá al frente de lo mucho (Mt. 25,21-23)

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