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España: Persecución religiosa, siglo XX

 

En solo seis meses, casi 7000 miembros del clero, entre ellos 13 obispos, fueron martirizados en España por los comunistas. La persecución arrasó también con conventos, tantos de hombres como de mujeres. Los laicos comprometidos también fueron víctimas. España volvió a ser tierra de mártires desde esa fecha hasta el 1 de abril de 1939, pues en la zona republicana se desencadenó la mayor persecución religiosa conocida en la historia desde los tiempos del Imperio Romano, superior incluso a la Revolución Francesa.

 

El terror rojo en España

 

PersecucionReligiosa.es -Aparecen muchos mártires de la persecución comunista.  Entre ellos: Un gran ejemplo de esposo y padre que enseña a perdonar: Andrés Salgado Tapiador


Diario de un pistolero de la FAI  La Iglesia salva a miles de republicanos

Al finalizar la persecución, el número de mártires ascendía a casi diez mil, entre obispos, sacerdotes diocesanos y seminaristas, religiosos, religiosas y laicos de ambos sexos. Durante la persecución religiosa republicana la archidiócesis de Valencia pagó uno de los mayores tributos de sangre.
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Religiosos mártires Colombianos en España


 

La matanza de católicos del 1936 fue planificada

 

"El silenci de les campanes", un nuevo estudio sobre aquella persecución religiosa, desmonta el mito de los "incontrolados".

 

Por alguna razón, miles y miles de españoles odiaban a los curas en 1936, dice cierto mito popular. El pueblo, indignado por el alzamiento militar del 18 de julio, con las armas que tenía a mano, se fue a matar curas.

 

Fueron sobre todo elementos incontrolados, o criminales salidos de la cárcel quienes hicieron algunos crímenes. Y en 2 meses los descontrolados mataron unos 3.400 clérigos, entre curas y frailes.

 

¿Pueden unos descontrolados matar 70 curas al día , que era la media de agosto de 1936?

 

El filólogo catalán Jordi Albertí, que se define catalanista y creyente, ha publicado una crónica analítica de los primeros meses de la Guerra Civil en Cataluña, centrándose en la persecución contra los católicos. Se titula "El silenci de les campanes, la persecució religiosa durant la guerra civil", y lo ha publicado la editorial Proa.

 

Según Albertí, las matanzas del 36 fueron planificadas: las planificaron los comunistas libertarios, es decir el partido anarquista (la FAI) y su sindicato, la CNT. Otros grupos de la izquierda fueron cómplices en distinta medida –especialmente entusiastas los comunistas-, o bien se inhibieron con omisiones culpables. 

La Legión Roja del anarquismo libertario

 

Para Jordi Albertí, la masacre empezó a gestarse cuando en 1922 se creó el grupo "Solidarios" (Durruti, Ascaso, García Oliver...) del que surgiría la FAI en 1927 y que para 1933 tendría el control total del sindicato CNT. En este año 1933 crean "la Legión Roja", un grupo de acción preparado para aprovechar "los impulsos espontáneos o provocados en el pueblo" y conducirlos no a una República democrática sino a la revolución.

 

Los teóricos de este grupo tenían claro que la revolución se enfrentaba a "la hidra de las tres cabezas": capital, ejército e Iglesia. De éstas, la más fácil de cortar era la Iglesia: consistía en denigrar y luego matar a gente desarmada, bien localizada, muy repartida. El efecto ideológico era muy rentable: cada parroquia en llamas era un aviso de que una nueva era y una nueva moral habían llegado. ¡La revolución!

 

El 18 de julio se sublevan los militares. El 19 de julio hay combates en las calles de Barcelona. Los anarquistas libertarios se apoderan de las armas del cuartel de Sant Andreu y de las Drassanes.


 

Datos de clero asesinado en Cataluña: (fue la más castigada, con la excepción de Valencia):

 

4 obispos asesinados: Irurita (Barcelona), Huix (Lérida), Borrás (auxiliar de Tarragona), Polanco (de Teruel, ejecutado en Gerona en 1939)

 

Diócesis de Lérida: 270 clérigos asesinados, el 65% de los que había. [Sólo Barbastro perdió un mayor porcentaje de clérigos: el 88%].

Diócesis de Tortosa: 316 asesinados, el 62% del clero.

Diócesis de Vic: 177 asesinados, el 27% del clero.
Diócesis de Barcelona: 279 clérigos asesinados, el 22%.

Diócesis de Gerona: 194 asesinados, el 20% del clero.

Diócesis de Urgell: 109 asesinados, el 20%.

Diócesis de Solsona: 60 asesinados, el 13% del clero.

[datos de Vicente Cárcel Ortí en "La gran persecución, España 1931- 1939 " , Planeta Testimonio, 2000]

 

Si están organizados no son incontrolados


No eran incontrolados y no eran desorganizados. Se organizaron: en unos 200 comités de milicias y patrullas de control en Cataluña. Establecieron centros de detención. Buscaban personas concretas y tenían listas de nombres. Había que hacer la Revolución empezando por la eliminación visible de la Iglesia.

 

Durante medio año, las autoridades republicanas dejarán hacer a milicias y anarquistas. La sensación de impunidad al atentar contra los católicos se había incubado ya años antes, con las quemas de conventos de muchas ciudades españolas del año 1931 y 1932.

 

El libro de Jordi Albertí aporta numerosa documentación sobre la pasividad de los líderes políticos, incluido el presidente de la Generalitat, Companys.

 

La persecución a cargo de anarquistas y luego comunistas fue tan eficaz en Barcelona que el 8 de agosto de 1936 Andreu Nin, jefe del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) dice en un discurso: "había muchos problemas en España. El problema de la Iglesia nosotros lo hemos resuelto totalmente, yendo a la raíz; hemos suprimido los sacerdotes, las iglesias y el culto".

 

Solidaridad Obrera , el diario anarcosindicalista de Barcelona, en plena vorágine de sangre el 15 de agosto de 1936, incitaba así: "Hay que extirpar a esta gente; la Iglesia ha de ser arrancada de cuajo de nuestro suelo".

 

Y el 25 de mayo de 1937, cuando el gobierno republicano declara que debe haber libertad de culto, Solidaridad Obrera se ríe, porque ya no se ven curas en Barcelona ni hay iglesia que no haya sido destruida o confiscada, excepto la capilla de la delegación del gobierno de Euskadi en Cataluña. "¿Libertad de culto? ¿Que se puede volver a decir misa? Por lo que respecta a Madrid y Barcelona no sabemos donde se podrá hacer esa clase de pantomimas. No hay un templo en pie ni un altar donde colocar un cáliz."

 

Odio y muerte, por fechas en España

 

Año 1931: mayo; asaltos, saqueos y quemas de casi 100 iglesias y edificios religiosos en Madrid, Valencia, Alicante, Murcia, Sevilla y Cádiz. La Guardia Civil y los bomberos no intervienen.

 

Año 1932: Expulsión de los jesuitas (más de 3.000). Quemas y asaltos de edificios eclesiales en Zaragoza, Córdoba, Cádiz (enero); Sevilla (abril); Granada (julio), Cádiz, Sevilla y Granada (octubre). Sensación de impunidad.

 

Año 1934: Revolución de Asturias, 33 curas y religiosos asesinados en Mieres, Turón, Oviedo.

 

Año 1936, antes del 18 de julio, día de la rebelión militar: 17 curas y religiosos asesinados.

 

Del 18 de julio al 1 de agosto: 861 clérigos asesinados.  

 Agosto de 1936: 2.077 asesinatos (más de 70 al día), incluyendo 10 obispos.  

 

Asesinatos acumulados a 14 de septiembre : 3.400 sacerdotes y religiosos asesinados (no contamos laicos) en menos de 2 meses.

 

El resto de las víctimas se repartirán durante los siguientes años de la guerra.

 

 Años de prensa antirreligiosa  

 

Según el historiador Vicente Cárcel, en 1936 existían en España 146 diarios antirreligiosos, algunos especialmente virulentos como El socialista, El Pueblo, o El Crisol, que aplaudieron en 1931 la quema de conventos y pedían más. El Crisol ya en 1931 decía que había polvorines en los conventos. El Heraldo de Madrid decía que los frailes empezaron disparando contra los obreros.  

 

Pero para Jordi Albertí, todo el magma previo de anticlericalismo es insuficiente para explicar la magnitud de la matanza: de la quema más o menos frecuentes de conventos a la masacre de miles de sacerdotes hay un paso que implica organización y voluntad.

 

Joan Peiró (ministro de Industria de la República en el gobierno de Largo Caballero) es citado por Albertí como una de las pocas voces anarquistas que hablaron contra las matanzas. Y que especificó que no se trató sólo de los anarquistas: "todos los partidos, desde Estat Català al POUM, pasando por Esquerra Republicana y el Partido Socialista Obrero catalán, han dado un contingente de ladrones y asesinos por lo menos igual al de la CNT y la FAI", escribía en 1936 en su libro "Perill a la retaguardia".

 

Mucha memoria histórica... pero nadie ha pedido perdón

 

El libro de Albertí viene prologado por el historiador Josep Maria Solé Sabaté: "se trata de un libro lacerante que remueve las conciencias y todavía nadie ha pedido perdón por ello", recuerda.

 

La Iglesia , como colectivo organizado, ha perdonado a los asesinos de esas fechas en varias ocasiones: en documentos colectivos de los obispos ya en su carta de 1 de julio de 1937, en el documento "Constructores de la Paz" de 1986, en el documento "La fidelidad de Dios dura siempre" de 1999... sin embargo, ninguna de las organizaciones entonces implicadas han pedido perdón, efectivamente.  

 

De hecho, el gobierno español nunca condenó ni reparó aquellos hechos: ni las quemas del año 1931 ni las matanzas del 36 al 39. Han pasado 70 años de esos hechos y se habla mucho de "memoria histórica". Las televisiones no dejan de pasar reportajes de supervivientes de la guerra y de aquellos años, aunque casi ninguno de los mártires católicos (que no eran combatientes, sino civiles desarmados asesinados sólo por ser cristianos).

 

Entidades que existían entonces y ahora como el PSOE, el PCE, el POUM, la CNT, la FAI, Estat Català... ¿pedirán perdón algún día? ¿Condenarán al menos algunos de los actos de sus militantes –y no de incontrolados- contra 10.000 civiles cristianos desarmados y odiados por su fe?  

 

España, 1936-1939 : unos 7.000 eclesiásticos y unos 3.000 laicos martirizados por ser católicos, es decir, unos 10.000 mártires. Antonio Montero, en su libro La persecución religiosa en España, publicado en la BAC en 1961, habla de 4.184 sacerdotes diocesanos (incluidos 12 obispos y muchos seminaristas), 2.365 religiosos y 283 monjas. Pero a medida que han avanzado las investigaciones se ven cifras mayores: Montero contaba 334 sacerdotes asesinados en Madrid, mientras que la postulación de la causa ha visto luego que eran al menos 491.  

  

11/07/2007

Juan Hernández


 

'Las checas del terror', libro de César Alcalá, Libros Libre

Las checas: centros de tortura dirigidos por diversos grupos de la España roja: Comunistas, ERC, PSOE, CNT-FAI, sindicatos...

Habitaciones minúsculas en las que era posible permanecer con los pies planos o sentarse, personas colgadas de ganchos o troceadas para alimentar cerdos, sillas eléctrica, duchas de agua fría, humillaciones de todo tipo amén de golpes y tortura psicológica.

En España, durante la Guerra Civil, se instauró en la zona roja un sistema de represión y terror que, como el de los nazis, escapa a cualquier conceptualización. Lo que Hannah Arendt denominó la "banalización del mal".

Señala César Alcalá que, durante la guerra civil "estas sólo se crearon en aquellas ciudades donde el Gobierno de la República se fue asentando. Así, se crearon en Madrid, Comunidad Valenciana y Barcelona".

El gobierno las miraba con benevolencia y las protegía. De alguna manera puede también decirse que se le fueron de las manos y en muchos casos tenían mayor poder las fuerzas populares que las regentaban que no el mismo Ministerio.

Sin embargo gran parte de la represión, especialmente refinada en sus torturas en Barcelona, fue llevada a cabo por el SIM (Servicio  de Información Militar), creado por Indalecio Prieto en agosto de 1937, y que substituyó el terror bárbaro de los anarquistas por el cruel y científico importado de la Unión Soviética.

Esta memoria histórica aun se quiere borrar en la España del siglo XXI.


 

YO ESCOGÍ LA ESCLAVITUD

Libreo de Valentín González, "El Campesino"

Ciudadela, Madrid 2006

 

Testimonio real de El Campesino, comunista y cazacuras durante la Guerra Civil y fugado de Siberia bajo Stalin.

 

Desde el punto de vista bibliográfico sorprende el desequilibrio que existe entre libros dedicados a tratar de la Inquisición, por ejemplo, y los que narran los males del comunismo. Es un fenómeno curioso que apunta a que la cultura está dirigida y que el supuesto debate sólo existe en programas utópicos que nunca llegan a realizarse.

 

Cayó el muro pero no desapareció el silencio. Es cierto que, de vez en cuando, se filtra algo de información como el Libro Negro del Comunismo, pero la tónica general es de memoria contenida.

 

Valentín González fue un célebre militar republicano español. Firmemente convencido de los bienes del comunismo luchó contra los nacionales y, al parecer,

no se quedó corto en la persecución de curas. Al menos la fama lo apuntaba como un ejecutor impasible capaz de todo en aras del comunismo.

 

Ya durante la guerra resultaba bastante molesto para sus propios correligionarios que intentaron eliminarlo. Pero logró salvarse y fue uno de esos privilegiados

que viajaron al paraíso del proletariado: la URSS.

 

Mientras algunos de sus camaradas, como la Pasionaria o Carrillo, comieron agradecidos del pesebre que les montó Stalin, nuestro amigo, algo impetuoso,

y quizás más desobediente que idealista, no logró soportar la farsa.  A pesar de haber ingresado en la academia militar con grado de General acabó en Siberia

acusado de conspirar (cabe decir que potencialmente todo ciudadano soviético lo era lo que pasa es que el sistema judicial y la policía no daban abasto).

 

En un país en que la población se dividía, con una línea confusa, entre delatores y delatados, eso no es extraño. Lo curioso es que fueron sus amigos españoles

quienes lo entregaron a los campos de concentración de Siberia. La traición era un grado para el buen comunista. Así lo pensaba Stalin, auténtico emperador

del terror.

 

De sus decepciones y de lo sufrido en los campos soviéticos tratan estas memorias escritas por "El Campesino", que consiguió huir del paraíso socialista

en 1949 a través de Irán. Alentado por su amigo Gorkin escribió este testimonio para que el mundo pudiera conocer la verdad de la praxis comunista.

 

Todo el relato es impactante. Aún hoy no podemos dejar de sorprendernos por el régimen de terror que duró durante tantos años y afectó a millones de persona

mientras nuestros izquierdistas de occidente cantaban loas. Aunque solo fuera para conocer algo de aquel infierno vale la pena leer este libro.

 

Al lector, sin embargo, le quedará algo de regusto en la boca. El Campesino explica las torturas a las que fue sometido, ciertamente terribles y también

aplicadas por los comunistas en las checas de Madrid y Barcelona durante la Guerra Civil; también denuncia con dolor que Stalin convirtiera el ideal comunista

en una tiranía pero… se arrepiente de haber luchado por esa causa, pero no de los crímenes en los que él mismo participó.

 

De alguna manera una redención incompleta. Aún con ello nos alegramos de la publicación de este testimonio que en parte se lee como una novela de aventuras

y que servirá para que no se olvide fácilmente de los mayores crímenes de la historia: el stalinismo. 


SCTJM
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